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Bubierca

Página no oficial de Rodolfo Lacal

Bubierca en tiempos de Anthona

8.- La guerra de los dos Pedros (primera parte)
 
Actualizada el 27 de junio de 2014


No resulta extraño que a las hambrunas generadas por la prolongada pérdida de cosechas y al azote de la peste negra les sucediera una guerra. El caldo de cultivo de la crisis económica y social estaba servido y solo hacía falta la chispa de las intrigas sucesorias en las cortes castellana y aragonesa para que se declarase el conflicto.

El rey aragonés Pedro IV el Ceremonioso, además de apoyar a Francia –Castilla apoyaba a Inglaterra— en la guerra de los Cien Años, sostenía la reivindicación de Enrique de Trastámara, hermano bastardo del rey de Castilla, Pedro I el Cruel, al trono de ese Reino.

Las primeras escaramuzas se produjeron en 1356 entre sus armadas en el Mediterráneo, cuyo control fue otra de las causas que llevaron a la guerra. La tensión entre ambos Pedros llegó a tal punto que, con el mayor sigilo posible, Pedro el Cruel tenía apostados ya el 27 de enero de 1357 un total de 2.200 hombres de a caballo en Molina de Aragón, dispuestos para atacar en la frontera entre ambos reinos.

No cogieron por sorpresa tales movimientos a Pedro el Ceremonioso, quien ya tenía planeado cómo iba a reaccionar. Ya el 6 de junio de 1356 daba las siguientes instrucciones en una carta de la que me ha facilitado copia el profesor Mario Lafuente de la Universidad de Zaragoza y que me ha traducido Rosabel Bustos:

Junio. [Efectuado] por una apoca acuse (de recibo) por Lorenzo Trats, notario público por toda la tierra y señoría de dicho señor, hecha en [Bubierca] a seis días de junio del año 1356, cobrada en [dinero] de dicho notario en la [suma y cantidad] de 1856 sueldos dineros jaqueses, hecha a dicho Johan López [de este reino], puesta por dicho señor rey; que dicho Juan López otorga ha recibido de dicho tesorero del rey. Sueldos dineros jaqueses, los quales dicho tesorero le da por mandato del señor rey a él hecho de en su letra; dada en limosna, el día seis de junio del año 1356, [cobrada] en dicha cantidad, por [pago], de algunas de aquellas obras que debe hacer en la casa [-] de la villa de Calatayud para la defensa de dicha villa y por causa de la guerra con Castilla [- sea hecho] lo escrito por el notario a dicho Johan López que tiene su apoca [-] sueldos dineros jaqueses.

Y [-] notario del Señor rey

[Igualmente, apoca hecha] en [acuse] por el dicho Lorenzo Traits, notario el año debajo dicho, [cobrada] en la [predicha suma y cantidad] que dicho reino puesto otorga [sesenta y siete] de dicho tesorero [-] sueldos jaqueses, los cuales, le da por mandato del señor rey a él hecho [-] en [-] y en algunos [puentes o puestos] del río Jalón, por el hecho de que los castellanos hechos enemigos del señor rey no puedan sitiar alguno de ellos es por lo que es hecho el escrito del notario de dicho reino, es puesto para recordar la razón prioritaria de la corte.

Como se puede ver, debido a lo antiguo del documento y del lenguaje de la época (medio aragonés, medio castellano), resulta difícil interpretar o darle sentido a algunas partes del texto. Ahí es donde intervienen los especialistas. Y el profesor Lafuente me comenta que de lo que se trata es de las instrucciones dadas para mejorar la defensa de Calatayud y, lo que es más interesante para nosotros, para defender los puentes sobre el río Jalón. O sea que los puentes en el paso entre Alhama y Ateca, donde se encuentra Bubierca, eran de vital importancia para la defensa de Aragón. Hoy en día la carretera transcurre por la margen izquierda del río y no tiene puente alguno sobre el Jalón. Quizás en aquella época el camino discurría por otro lado. Quién sabe. Pero puentes si que había, y hay. Al menos el del molino ya existía, y no creo que fuese el único.

No acabó ahí la estrategia defensiva del rey aragonés. Decidió no atacar sino resistir en guarniciones a lo largo de la franja fronteriza. Para ello dio instrucciones a sus capitanías sobre los lugares que debían abandonarse y los que debían resistir en sus fortificaciones. La lógica seguida por el Rey de Aragón obedeció a la situación de las villas y aldeas respecto a las vías de entrada a Aragón. El profesor Mario Lafuente, en su muy recomendable artículo de 2011 titulado "Por caminos sinuosos. La defensa y el control del territorio en Aragón durante la guerra de los Dos Pedros (1356-1366)" hace un detallado análisis de ello. Así, durante la primavera de 1357 se ordenó el traslado de la totalidad de los habitantes de Torralba, Aniñón, Cervera, Clarés, Vadillo, Viver de la Sierra y Embid de la Ribera a Calatayud. Del mismo modo, llegaron a dicha ciudad buena parte de los habitantes de Velilla de Jiloca, Morata de Jiloca, Montón, Mochales, Novillos, Atea, Alarba, Terrer y su morería, Maluenda y Paracuellos de la Ribera. Algunos caseríos fueron destruidos, como Jaraba, Pardos y Alhama. De la destrucción de esta última población queda constancia en un documento en el que la Iglesia de Santa María de la Peña de Calatayud exigió compensación por las pérdidas que ello representaba al dejar de cultivarse las tierras que allí tenía.

En el caso concreto de Bubierca, ubicado en el corredor del Jalón, principal entrada a Aragón desde Castilla, nos cuenta Zurita en sus Anales de Aragón que se dio la orden de refugiarse en su castillo y en una casa fuerte de un tal Sancho Jordán. También nos dice que se ordenó descubrir la iglesia para pegarle fuego, junto con el caserío, en caso de que el enemigo entrase por ese lado. Pero, ¿para qué basarnos en Zurita cuando tenemos acceso al documento original? Si. Gracias a la labor de digitalización llevada a cabo por el Archivo de la Corona de Aragón, dichas instrucciones están disponibles al público. Rosabel ha traducido la parte correspondiente a las instrucciones dadas a Bubierca el 28 de enero de 1357:

Igualmente, en el lugar de Bubierca que se habite el castillo y la casa de Sancho Jordán. Que los hombres de dicho lugar abran la iglesia y la hagan arder, en cuanto que los enemigos entren, que peguen fuego a todo, pero, en la casa de Sancho Jordán que permanezcan durante meses los hombres de dicho lugar.

La casa de Sancho Jordán. ¿Cual era? Lo intentaremos descubrir en el siguiente capítulo.

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