Sub Menu contents
Bubierca

Página no oficial de Rodolfo Lacal

Los Aragoneses en 1840
 
Actualizada el 7 de enero de 2012

 

El largo relato que transcribo más abajo es una demostración de que hace 170 años ya se identificaba a los aragoneses con las mismas caracteristicas con que se nos asocia en la actualidad, o sea, testarudez, tenacidad y nobleza.

 

El relato se publicó en el  Semanario Pintoresco Español del 6 de Septiembre de 1840. El original tiene muchas palabras escritas de forma que a día de hoy se considerarían faltas de ortografía. Por ejemplo "traje" lo suelen escribir como "trage". También es común encontrar que  substituyen las "b" por "v". Lo que he hecho es arreglar aquellas palabras que pudieran confundir al lector y dejar tal como estaban las otras. Este es el relato completo.

 

USOS Y TRAJES NACIONALES

 

Notable es por cierto el contraste que se ofrece a la vista del que por primera vez entra en Aragon por la carretera que guia Madrid a Zaragoza. Después de haber atravesado los áridos montes de la provincia de Guadalajara, y más allá una sierra mísera y cubierta de raquíticas carrascas, el viajero desciende a unos campos incultos y de bastante extensión que le recuerdan los versos de Juan de Mena en su laberinto.

 

      En lo que pudieron por mi ser leidos

      las guerras que ovo Aragon hallaran,

      los campos de Hariza y de Belamazan

      do no vencedores halle ni vencidos :

  

Segunda Serie ­-  Tomo II.

 

Y en efecto si aquella sierra es como una muralla que la naturaleza misma situó entre dos pueblos rivales, estas llanuras se pueden considerar como un vasto palenque entre dos campos enemigos, y que frecuentemente regaron con su sangre castellanos y aragoneses.

 

Pero al entrar en Aragon la escena varía enteramente, y el viajero encuentra por fin el apetecido verdor y la frondosidad por tanto tiempo deseada. Alhama con sus baños termales; y el pueblecito de Bubierca situado sobre una colina en la entrada de un ameno valle, son los primeros que despliegan a su vista sus pequeñas heredades cubiertas de hermosos frutales; y desde allí hasta Calatayud la vista del viajero descansa casi sin interrupción sobre hermosas colinas cubiertas de viñedo, y por el otro lado sobre la fértil vega que fecundan las aguas del Jalón.

 

Pero dejando aparte la descripción topográfica del país para los geógrafos, como también la de su historia y fueros, para entretenimiento de cronistas y políticos pasaremos a observar las costumbres de este país, por tantos motivos célebres.

 

Es bien sabido que la base del carácter aragonés la forma cierta firmeza del ánimo, que unos llaman constancia y energía, y otros terquedad o testarudez, sin considerar si la acción sobre que recaen tales calificaciones, es o no justa y prudente; pues si la accion es tal; el sostenerla será constancia, y si por el contrario será terquedad. Pero sea de esto lo que quiera, lo cierto es que los aragoneses difícilmente retroceden de su propósito, si bien tardan a decidirse, de donde se derivó aquel adagio que dice al aragonés no dejárselo pensar.

 

Son los aragoneses generalmente piadosos y amantes de su religión: prescindiendo de la milagrosa efigie de la Virgen del Pilar, a la que no se puede menos de nombrar hablando de Aragon, por la singular devoción que le profesan, hay alli mas virjenes aparecidas quizá que en toda España, de modo que pudiera muy bien disputar a Sevilla el titulo de tierra de Maria Santísima.

 

Este instinto religioso hizo a los aragoneses reunirse en cofradías y hermandades, de modo que casi todos los gremios y oficios tienen su santo titular, cuya fiesta celebran con más o meos solemnidad según sus facultades.

 

Para ello acostumbran en algunas partes el que salgan desde la víspera por las calles la gaita y tambor, para reunir a los cofrades, los cuales van en corporación a oír vísperas.

 

Al dia siguiente van igualmente a la funcion de iglesia precedidos de la gaita y tambor, y del pendón de la cofradía, que es un gran girón de 4 o 5 varas de demasco blanco o encarnado con la efigie del Santo y sus atributos, la vara del pendón suele ser de 7 u 8 varas de altura, y por consiguiente tiene que conducirlo uno de los más jaques del gremio, pues tal operación no es para puños de poco más o menos; marchan en seguida seis o nueve de los más condecorados de la cofradía, de tres en tres, llevando en medio al prioste, cuya vara pintada sobresale de las demás, por llevar encima una pequeña efigie del Santo adornada de lentejuelas y flores. Con todo a vueltas de esta piedad el diablo hace de las suyas, pues luego entran las comilonas, el baile y otras profanidades en las cuales suele haber absurdos monstruosos que a veces arruinan a los mayordomos o priostes. A pesar de eso, tienen sus utilidades, pues sobre proveer el espíritu de asociación, se ha solido echar mano de ellas para los festejos públicos, pedidos y repartos vecinales, pues se les cargaba un tanto, dejándoles la facultad de repartirlo entre sus individuos, con proporción a sus haberes cuya estadística conocían ellos mejor que nadie. 

 

Para igual objeto de nivelar las cargas sirve el catastro que es un libro público, en el cual están consignadas las propiedades territoriales, y el haber de cada uno, y esto con gran minuciosidad y especificación, cosa muy necesaria y útil en un país esencialmente agrícola. También hay en varios pueblos un juez de campo, que suele ser un individuo de ayuntamiento, el cual termina vervalmente las controversias de poca monta, que se suscitan sobre asuntos rurales, haciendo los repartos para los reaces de cazes y acequias, y designando las épocas del riego, y las horas en que corresponde a cada uno, lo cual es también muy necesario en un país en que frecuentemente escasean las aguas. Y a pesar de estas precauciones el riego suele ser la manzana de la discordia entre los labradores de Aragon, y por lo común estas cuestiones se deciden en la misma vega, convirtiendo los instrumentos de labor en otras tantas armas ofensivas.

 

Los labradores aragoneses están justamente reputados por unos de los mas laboriosos de España, pues cultivan un terreno en extremo duro al cual hacen producir además de los cereales necesarios para el consumo del país, hortalizas y frutas de las más sabrosas y variadas, y que gozan de una reputación bien merecida. En el bajo Aragon se hacen excelentes vinos, entre los que tienen especial nombradía los de Cariñena y Cosuenda, y los de Borja y Ainzon y otros varios, pero por lo común los demás vinos de Aragon son algo ásperos y de mucho cuerpo, lo cual los hace muy a propósito para los bautismos tabernarios: esta aspereza proviene en gran parte de la precisión en que se ven algunas veces de coger el fruto anticipadamente, y quizá también del método de elaborarlo.

 

Otro de los productos principales de Aragon es el cáñamo que se cría excelente, en especial en la ribera del Jalón, donde llega á una altura extraordinaria.

 

Con este motivo abunda en Aragon la gente de la estopa que son los alpargateros, sogueros y talegueros; comúnmente trabajan mezclados hombres y mujeres sentados en la calle a la puerta de sus casas y como su oficio sedentario no les impide el dar curso a su genio fisgón y divertido, sostienen de un lado al otro de la calle las conversaciones mas animadas y chismograficas, haciendo objeto de sus chanzonetas al pobre transeúnte.

 

El comercio de Aragon lo hacen en gran parte catalanes y franceses, aquellos para los tejidos; estos para la quincalla. Los almacenes y tiendas de toda clase se conocen con el nombre de botigas, de donde les viene a los comerciantes el de botigueros. La industria consiste en algunos paños gruesos y barraganes en Albarracin, Illueca, Tarazona y otros puntos; fábricas de jabón, bajilla, curtidos y algunas ferrerías.

 

Los aragoneses son por lo común muy aficionados a las corridas de toros, para lo cual hay muy buenas plazas en Zaragoza, Calatayud, Tarazona y otras. En muchas partes acostumbran correr las reses en el mismo corral del matadero antes de matarlas, y aun personas acomodadas suelen tener el gusto de entrar a echar una suerte; en otras partes suelen también con motivo de alguna solemnidad correr toros por las calles, aunque lo común es uno solo y ensogado. Esto recuerda el chasco que sucedió a cierto ilustrísimo personaje, que yendo por una calle el dia 28 de diciembre, vio venir corriendo una turba de mozos: preguntadoles porque corrian contestaron sin detenerse. Señor que vienen los inocentes. ¡Cual se quedaría el buen señor, cuando se encontró al revolver la esquina, nada menos que con una manada de toros!

 

Antes solía haber por las noches corridas que llamaban jubillos : para ello ponían al toro unas grandes pellas de pez y resina en los cuernos, y en seguida les prendían fuego y lo soltaban: aunque esta costumbre ha caído en desuso por los grandes inconvenientes que acarreaba.

 

Pero lo que todavía conservan los aragoneses con más ahinco son sus rondas, a pesar de los esfuerzos que han hecho algunas autoridades para abolirlas; aunque es verdad que han decaído mucho, y lo mejor que han perdido aquel carácter hostil, que en otro tiempo las hiciera formidables. Juntábanse antes cuatro u cinco valentones con sus trabucos naranjeros, y se repartian la custodia de las esquinas de la calle que escogían por teatro de estos arrojos barbari-amorosos, con lo cual les cuadraba perfecta aquella coplilla que solian dar al viento:

 

      Que bien paice un cuerpo güeno

      plantaico en una calle

      diciendo con su trabuco

      por aquí no pasa naide

 

y frecuentemente se salian con la suya, y ni justicia, ni alguaciles, ni miñones eran suficientes para desalojarlos de sus inexpugnables esquinas, hasta que a ellos se les antojaba largarse. A veces retirándose a su casa un pacifico vecino llegaba a sus oídos un tremendo «atrás» que detenía sus pasos; pero al querer retroceder sentía a sus espaldas el «quien vive» de la justicia que le cortaba igualmente la retirada: entonces, acurrucándose en el hueco de una puerta para ser bien a su pesar espectador de la refriega, no le quedaba otro recurso que encomendarse a todos los santos del cielo para le librasen de aquellos Scilas y Caribdis. Afortunadamente este abuso ha desaparecido ya, pero no asi el de apalearse cuando se encuentran dos rondas opuestas, o dos amantes rivales bajo unas mismas ventanas; pues los aragoneses prefieren las vías de hecho, a la palabrería impertinente de otras provincias; y al fin esto de sacudirse el polvo sobre la marcha y en un acceso de cólera es mas español, que no los exóticos desafíos a sangre fría con su obligado de padrinos y billetes, y el ridículo final de almuerzo en fonda. En Aragon no, apenas han mediado dos o tres contestaciones siente el que ha replicado a un tiempo mismo un puñetazo y un «mia que te pego».

 

En el día para las rondas se reúnen unos cuantos individuos que cantan y tañen a la vez, y forman su orquesta con un par de guitarras, guitarrillo o bandurria, yerrecillos y pandereta, aunque esto como es de suponer admite mas o menos latitud: hay algunos que tocan la bandurria con mucho primor y ligereza de modo que sus sonidos agudísimos hacen en estos conciertos el efecto de un violín. Al oír pasar una de estas rondas a media noche, y durante las apacibles penumbras del estío, no puede uno menos de incorporarse en la cama, y da gustoso la incomodidad de haberlo despertado con placer de oír aquellas voces limpias y sonoras que acompañadas del suave sonido de las cuerdas, se pierden a lo lejos con singular vaguedad. Entonces el desvelado observador si esta dotado de una imaginación viva y entusiasta, se cree transportado a oír las misteriosas serenatas de los árabes, y arrojándose de su lecho para ver pasar los embozados galanes, advierte disipándose su romántica ilusión que no son abencerrages con turbantes y albornoces, sino aragoneses con mantas y cachirulos.

 

Algunas veces suelen dirigir a sus novias en tales ocasiones cuartetas o jotas compuestas por ellos mismos, pues los aragoneses suelen estar dotados de alguna facilidad para improvisar: y mucha propensión para la música, como es fácil de observar por la gran cantidad de músicos aragoneses (en especial vocales) que hay en las catedrales de España. En todas las de Aragon hay excelentes orquestas (capillas) y también aun en las colegiatas de las ciudades subalternas. Por lo que hace a las jotas es tal la multitud de ellas que apenas habrá objeto sobre que no haya la suya, de modo que con la mayor facilidad estará una criada cantando todo el día y sin repetir una sola: a veces no se les halla sentido alguno estas cuartetas, pero en cambio otras le tienen no muy inocente.

 

Observa un escritor que comúnmente los pueblos mas graves suelen tener la música y el baile sumamente alegres, y cita en su apoyo los walses de los alemanes, y las bailadas de otros varios pueblos, notables por la austeridad de sus costumbres. Esto mismo se puede observar en Aragon, pues sus jotas son de lo mas alegre, tanto en el canto como en el baile, a pesar del carácter grave y serio de sus habitantes. Entre las diferentes jotas merece especial mención una titulada la jota al aire, en que después de haber bailado dos parejas, toman los bailarines a sus compañeras por las cinturas y bailan sosteniéndolas.

 

En todos estos bailes las mujeres usan castañuelas que en algunas partes llaman pulgarillas, y las saben repicar con mucha gracia.

 

Los juegos mas usuales en Aragon son el tiro de barra, la estornija y la pelota, a la que suelen competir con los navarros, que son seguramente de los mas diestros.

 

En los grandes partidos en que a veces cruzan sumas no pequeñas suelen jugar a largo, para lo cual escogen un camino derecho o una calle a propósito: botan la pelota sobre un banqueta de madera, y la bolean con uno guantes grandes de baqueta cóncava en el fondo. La estonija es un palo aguzado por los extremos al cual sacuden en el aire con otro palo grueso que llaman el marrillo, y que le arroja a gran distancia.

 

La organización física de los aragoneses parece que indica hasta cierto punto su carácter moral: por lo común son de buena estatura, robustos y fornidos, musculatura y facciones muy marcadas, gran cabeza, pantorrilla gruesa y bien torneada, y sobre todo una espalda ancha como un trillo, en una palabra, lo que se llama un hombre cuadrado.

 

Todas estas cualidades sobresalen más y más en los miñones, que son por decirlo asi la flor y nata de los mozos del Aragon. Esta tropa ligera, que desde mucho tiempo estaba organizada para la proteccion y seguridad pública, parece ser en esta época lo que eran antiguamente los almugabares en el mismo reino. Vestidos casi al uso del pais, con su chaquetilla encarnada, su pistola al lado y su carabina al hombro, han sido siempre el terror de los malhechores. Cuando en 1836 se los trajo a la Corte, y se incurrió en la ridícula torpeza de sustituirles el uniforme extranjero a su traje holgado y nacional, fue tal el horror que les inspiró esta brusca transición, que en breve se desbandaron para volver a su país natal.

 

Las aragonesas suelen ser por lo común robustas y agraciadas, y lo que se llama buenas mozas: soportan con facilidad las fatigas, y en algunas partes alternan con los hombres en las labores del campo, principalmente en la época de la recolección. Pero lo mas chocante es el verlas conducir sobre la cabeza enormes pesos y objetos sumamente voluminosos: muchas veces se las ve llegar de la fuente con tres enormes cántaros, uno en la cabeza, y los otros dos sostenidos con los brazos sobre las caderas: igualmente cuando van al horno llevan sobre la cabeza una gran tabla llena de panes para el consumo de una semana: otras veces al retirarse del mercado después de vender su verdura llevan sobre la cabeza tres o cuatro grandes cestas, de modo que parecen unas torres ambulantes. El traje de las mujeres es regularmente un jubón negro o de indiana, aunque frecuentemente van sin el, en cuyo caso hace sus veces el corsé, pañuelo de percal al cuello, y de seda o blanco los días de fiesta, saya o basquiña, que en verano suele ser indiano o percal azul celeste, y en el invierno de bayeta encarnada: mantilla de franela negra con un terciopelo estrecho, pero demasiado largas, lo cual las hace parecer por detrás, algo desairadas: completan esta traje una imagen de plata de la virgen del Pilar, pendiente del cuello con un cordón negro, un delantal oscuro, medias de algodón azul y alpargatas, pues los zapatos se reservan para los días de fiesta.

 

Los hombres suelen llevar calzón y chaqueta de paño pardo o negro pero mas frecuentemente de pana o terciopelo azul, y el chaleco de lo mismo con botones de metal. También suelen llevar en vez de botones unas carreras de realitos de plata, como igualmente en la parte inferior del calzón: una faja morada de estambre que les cubre desde la mitad del pecho, hasta mas alla de la mitad del vientre, la cual ademas de servir de abrigo en invierno y verano y sostener las bragas, conduce en sus anchurosos pliegues, la navaja, el tabaco, las cartas, el pañuelo, la merienda, en fin cuantas menudencias se colocan en los bolsillos de chaquetas y calzones: pero lo que tiene lugar preferente en las fajas aragonesas, es el dinero, el cual está en posesión de ocupar una de las puntas de las faja, la que para mayor seguridad se aprieta con una anilleta de metal. Son tambien de ordenanza el pañuelo de color en la cabeza, que llaman cacherulo el cual no cede el puesto ni aun al mismo sombrero, de modo que este tiene que situarse sobre lo que aquel no alcanza a cubrir; y las medias de estambre u algodón azul las cuales no llegan mas que hasta los tobillos, y desde alli se sujetan por debajo de la planta del pie con una trabilla de la misma hilaza, por lo cual les dan el nombre de medias de puente. Este trage tiene como es fácil de suponer muchas modificaciones en un país tan vasto como Aragon, así es que hacia la parte de Alcañiz son mas comunes las medias blancas, y la faja azul y mas estrecha.

 

En otros pueblos están admitidos los calzones de lienzo pintados de achote amarillo, y algunas otras variaciones que seria prolijo enumerar. Pero en las prendas de equipo que pueden considerarse como generales en todo Aragon, son tres cosas: las alpargatas, la manta y el sombrero a manera de rodela. Las alpargatas son abiertas y con una pequeña capellada donde apenas pueden entrar las uñas de los pies: cuando un mozo desea calzar su alpargata con elegancia, pone dos o cuatro varas de hiladillo azul en cada una, y en seguida rodea a su pierna y pantorrilla todo aquel tejido manrresano con mas gracia y simetría que pudiera jamas el mismo Sofocles ceñirse su coturno. Es tal la predilección de los aragoneses por sus alpargatas que las usan hasta los zapateros. Pero esto no excluye el usar zapatos en las grandes festividades.

 

Acuérdome con este motivo que estando en una casa de campo á pasar una temporada se me rompieron las botas y zapatos que había llevado, gracias al suave piso de los cerros: en tal conflicto probé á ponerme unos zapatos que tenia el torrero (En Aragon llaman torres á las huertas y granjas, y torreros a los colonos) hacia mas de treinta años como que los había estrenado el día de su boda: pero habia dos inconvenientes para que yo pudiera llevarlos, el uno que me cabían los dos pies en un zapato, y el otro que estaban vinculados al culto divino, y es el caso que cuando los días de fiesta subía un cura del pueblo inmediato a decirnos misa por privilegio que tenia el oratorio de la casa, se quitaba las alpargatas, y se ponía los zapatos nupciales, para acercarse al altar con mas decencia.

 

Por esta razón los zapatos estaban situados al pie del cajón que hacia de sacristía, como destinados ad hoc. Por lo que hace a la manta que llevan al hombro, se puede considerar como el fac totum de los aragoneses: ella es a la vez su capa su cama, su asiento, su silla de montar, su costal, su mantel, en una palabra su recurso universal.

 

¿Y qué diremos del enorme sombrerón o rodela, que cubre el vértice de sus trasquiladas testas? Quitasol en el camino, paraguas en tiempo de lluvia, vaso de beber al pasar los arroyos, mesa durante la comida, mostrador para contar las cuadernas (1) almohadón para arrodillarse en la iglesia, mueble en fin aplicado a otros mil objetos: ¡que más! si se ha visto más de una vez una de esas rodelas transformada en bacía de afeitarmetamorfosis que no le ocurriera al mismo narizotas de Ovidio.

 

En cuanto a las monedas, pesos y medidas de Aragon es de notar que son algo diferentes de las de Castilla. La libra aragonesa tiene 12 onzas, que equivalen a unas 14 de Castilla, porque la onza aragonesa es algo mayor que la castellana. Los cereales se miden por cahices: cada cahiz tiene 4 fanegas, y estas se subdividen en medias: la fanega aragonesa es también mas pequeña que la de Castilla. Las monedas de Aragon eran libras Jaquesas (porque se acuñaban en Jaca) sueldos y dineros: las libras han quedado reducidas a monedas imaginarias, y solo se mencionan ya en los documentos públicos, pero los sueldos y dineros están admitidos en el comercio; el sueldo tiene ocho cuartos, y el dinero equivale al ochavo de Castilla.

 

Esto suele dar margen para algunos lances ridículos, como el que sucedió en el mercado de Guadalajara, donde habiendo comprado un aragonés unas lechugas pedía á la hortelana que le volviese su dinero: negábase ella supuesto que se llevaba las lechugas, y hubiera pasado adelante la disputa, si un inteligente no les hubiera advertido el valor del dinero aragonés.

 

A pesar de estas ligeras variaciones de lenguaje el dialecto de Aragon es el mismo que el de Castilla; así que es muy extraño que un hombre como el Sr. Mondejar, quiera reconocerle diferente origen, asegurando que en Aragon se hablaba el Lemosin, hasta de D. Fernando el Católico introdujo el castellano. Con solo abrir los anales de Zurita, los fueros, o cualquier documento público podrán convencerse de lo contrario. Sería muy fácil el probar por la confrontación de los escritos contemporáneos, y de distintas épocas, que el lenguage aragonés estuvo casi al mismo nivel que el de Castilla, y que fueron bajando por iguales grados desde el latín corrompido por los godos, hasta el estado que tienen en la actualidad, a pesar del poco roce que hubo entre ambos reynos por mucho tiempo. El lenguage aragonés tiene todavía más mezcla de palabras arábigas que el castellano hasta el punto que muchos nombres de establecimientos y oficios públicos son arábigos: así se llaman almudid y alfoli los depósitos de trigo y de sal: Zalmedina, mostacages, almogatacen eran nombres de empleos públicos bajo el régimen foral.

 

Comúnmente se divide a Aragon en alto y bajo sirviendo el Ebro de línea divisoria: el alto Aragon comprende la parte septentrional, con los territorios de Cinco villas, Jaca, Huesca, Fraga y Barbastro, y los valles de Hecho y Ansó cuyas costumbres y trages originales merecen artículo aparte. El bajo Aragón comprende la parte meridional, y los territorios de Zaragoza, Tarazona, Borja, Calatayud, Daroca, Teruel y Albarracín. La parte de Alcañiz y los territorios que bañan los ríos Martin y Guadalope se conocen vulgarmente en Aragon con el nombre de la tierra baja. Todos estos territorios participan algún tanto, como es natural, de las costumbres de los países limítrofes: asi vervi-gracia hácia la parte de Tarazona y Calatayud las costumbres se asemejan a las de las Castillas y rivera de Navarra; hácia Teruel tienen ya cierto sabor valenciano, y en tierra de Fraga y Barbastro las costumbres y el lenguage se resienten algún tanto del catalán.

 

De lo dicho hasta aquí se puede inferir una cosa, á saber, que el carácter aragonés no es para tratado con la superficialidad con que por lo común se ha hecho. De aquí provienen los pareceres extremados y absurdos que de él se han formado, pues considerando unos a los aragoneses como unos Espartanos modernos, otros por el contrario se han propasado hasta el punto de llamarlos africanos de España ¡absurdo monstruoso! pues se valían para formar este juicio de dos o tres costumbres aisladas y peculiares de un corto numero de individuos.

 

La clase acomodada de Aragon, el noble, el comerciante, el eclesiástico, el abogado etc son tan ilustrados allí como en el resto de España, y ni su traje, ni su porte, ni sus modales se diferencian de los de igual clase, y aun exceden en finura a los de otras provincias. Pero estos son los hijos de la civilización, y yo he creído que debía tomar por tipo al aragonés sencillo y primitivo, al hombre de los campos, porque como queda dicho el país de Aragón es esencialmente agrícola. Por lo demás tomar por punto de vista un pequeño número de individuos desmoralizados, temerarios, y sin educación alguna para juzgar por ellos a todo un reino, seria lo mismo que juzgar del cuerpo humano por sus verrugas. ¿Qué juicio formaría de la corte de España, el que tomase por tipo á los manolos?

 

V. DE LA F.

 

 

 

Sin duda hay muchísimo para comentar del relato. Intentaré ser breve. Si tienes algún comentario adicional escribeme y lo añado aquí.

 

                                       

 

- Me ha gustado mucho ver la palabra «jaque» porque no es de uso común en castellano y sin embargo es de uso habitual en Bubierca.

 

- Gracias a Pedro Marquina me he enterado de que es eso de «reaces de cazes». Esto es lo que mne dice:

REACES DE CACES

En el texto de “LOS ARAGONESES”, al referirse a los Jueces de Campo, entre otras funciones les atribuye que: “……haciendo los repartos para los reaces de caces y acequias….”.

 

Para interpretar el significado de REACES DE CACES, en primer lugar, he ido a buscar la palabra relacionada con el regadío denominada CACERA, cuyo significado es: “zanja por donde se conduce el agua para regar”. Es decir algo similar a acequia.

 

En segundo lugar, he ido a buscar la palabra relacionada también con el regadío denominada REAZ, cuyo significado es: “impuesto que pagan los regantes a las Comunidades de Regantes por los derechos de riego, por el agua que corre por acequias, caceras, etc”.

 

El pago del reaz actualmente se practica en las comunidades de regantes en Calatayud. Más concretamente he encontrado información del pago del reaz, en el año 2010, a la Comunidad de Regantes de Embid de la Ribera y Campiél, que son dos pedanías del Ayuntamiento de Calatayud.

 

Así pues, podemos interpretar, que “los Jueces de Campo hacían los repartos, entre los regantes, para los reaces ( impuestos por derecho a riego) de caces (caceras) y acequias…”.

 

- No tenía ni idea de que a los tenderos o comerciantes se les llamaba botigueros. Al respecto, Montse Toda, amiga de la pandilla que vive actualmente en California, me dice lo siguiente:

 

En unos de tus escritos comentas que no sabias que "botigueros" eran comerciantes,  en Catalunya a los comercientes o gente que tiene un propio negocio de tienda se les llama "botiguers" Hay la "associacio de botiguers"  en Catalunya. Yo creo que como estas lenguas vienen del latin guardan una relacion. Fijate que en California mucha gente mejicana dicen "Voy a lavar los trastes..." en vez de "voy a lavar los platos" a mi me viene a la memoria que mi abuela en Bubierca tambien decia "voy a lavar los trastes a la acequia" y yo esta palabra de "trastes" nunca mas la he oido hasta llegar a California, que cosas, no??  Igual tambien con la influencia de los conquistadores, los mejicanos tambien usan la palabra "pozal" en vez de cubo que en en el pueblo tambien era bien oida.....

 

- ¿Qué es un barragán? Es un abrigo hecho de barragán. Obvio. El barragán es una tela de lana impenetrable al agua.

 

- No me gustan los toros ni los encierros, pero entiendo a los que defienden una tradición tan antigua y bien documentada.

 

- El Trabuco es un arma de fuego antecesor de las escopetas. Tenían una culata muy corta que no servía para apoyar en el hombro así que se utilizaba como si fuese una pistola. Su nombre, Trabuco, proviene del italiano (buco = boca) y podríamos traducirlo como "por la boca" haciendo referencia a la forma de cargar el arma. La denominación de "naranjero" probablemente se debe al tamaño de la boca que permite que se cargue con un proyectil del tamaño de una naranja.

 

- ¿Tendrá algo que ver el sabroso filet mignon con los miñones? Pedro Marquina , a los pocos días de colgar esta página, responde ampliamente a mi pregunta:

 
Me he animado a escribirte por un comentario que haces sobre los MIÑONES. Yo algo conozco de esto, porque son muy conocidos en Alava, como cuerpo policial. Si te metes en internet y buscas CUERPO DE MIÑONES DE ALAVA encontraras bastante información. Pero te resumo un poco de que va esto.
 
Su origen se sitúa hacia el año 1200 cuando surgen las Hermandades de vecinos y gremios para luchar contra la delincuencia. Cuando los Reyes Católicos crean la Santa Hermandad se les llama Cuadrilleros. Y en el Siglo de la Ilustración se les recluta con el nombre de Miñón. En el siglo XIII Alava era sitio de frontera entre Navarra y Castilla, se le llamaba MUGA DE MALHECHORES (muga en lengua vasca significa frontera). Por ello los miñones alaveses se fundan oficialmente en 1793 como policia foral de Alava. También en Vizcaya (mikeletes) y en Guipuzcoa había policias forales, pero el General Franco las abolió estas dos últimas por ser provincias traidoras al régimen. En Navarra también había policia foral. Pero tanto Navarra como Alava fueron consideradas provincias fieles al regimen franquista, y conservaron sus policias forales.
Desde 1936 el uniforme de los miñones alaveses es de color caqui. Este año está previsto que cambien de color al azul y carmesí. En este momento el cuerpo de miñones lo componen entre 86 y 110 personas (están en pleno proceso de cambio).Desde 1992 la Ley de Policia Vasca les incluyó, como Sección, dentro de la Policia Vasca (ERZAINTZA) por lo que presupuestariamente les paga el Gobierno Vasco. Pero prestan sus servicios para la Diputación Foral de Alava en vigilancia de sedes y organismos públicos, y control y vigilancia del transporte de mercancías por carretera (el terror de los camioneros). Las competencias de tráfico rodado son de la Erzaintza.Tiene sentido por ello la refencia en el texto a los jóvenes miñones aragoneses. Nada que ver con el filet mignón. El término miñon no proviene de la lengua vasca. Al parecer proviene del latín.

 

- Scila y Caribdis son dos monstruos marinos de la mitología griega.

 

- El juego de la estornija no es otra cosa que el conocido en Bubierca como "la tala", de cuyas reglas hace una detallada descripción nuestro amigo Pedro Marquina en uno de los relatos de su sección en esta web.

 

- Por último me preguntaba qué será eso de "contar las cuadernillas". Y Pedro Marquina me lo ha resuelto también:

 

CONTAR LAS CUADERNAS

 

En el mismo texto, al referirse a las utilidades del sombrero que utilizaban los aragoneses, entre otras cosas le atribuye como: “….mostrador para contar las cuadernas….”.

 

Para interpretar el significado de CONTAR LAS CUADERNAS, en primer lugar, he ido a buscar un texto de Fernando Mareros López, del Instituto Aragonés de Antropología, titulado “Sombreros y tocados en la indumentaria masculina aragonesa”. Y en su página 135 he encontrado una reproducción idéntica del citado texto, pero con una nota clarificadora que reproduzco a continuación: “….mostrador para contar las cuadernas (las piezas de dos cuartos)….”.

 

En segundo lugar, he ido a buscar la expresión DOS CUARTOS, cuyo significado es: “Moneda de Barcelona durante la guerra de la Independencia. La primera moneda española que contiene la expresión un cuarto, es la que se acuñó en Barcelona en 1808 durante esta guerra.”.

 

Si buscamos el significado de CUARTO nos dice: “Moneda de vellón pobre o cobre, derivada del cuartillo de Enrique IV de Castilla, cuyo valor constante fue de cuatro maravedís. Siguió acuñándose con los Reyes Católicos. Se conoce uno de Granada con mención de Juana y Carlos en la leyenda. A partir de Felipe II, se identificó con las piezas que consignan cuatro maravedís”.

  

Si buscamos el significado de CUATRO CUARTOS nos dice: “Moneda de cobre acuñada en Barcelona de 1808 a 1814. Valía dieciséis maravedís. Hay divisores con tipos equivalentes de dos cuartos, un cuarto, y medio cuarto. Este último sin fecha ni CECA que significa dos cosas: “Casa de la moneda, lugar donde se acuña la moneda”, y “Cruz o reverso de la moneda”.

 

Así pues, podemos interpretar que los aragoneses, entre otras cosas utilizaban el sombrero como: “……mostrador para contar las cuadernas (monedas de vellón o cobre de dos cuartos)….”.

 
Volver arriba