Bubierca
Página no oficial de Rodolfo Lacal |
En
el Heraldo
de Madrid del 17 de marzo de 1918 puede leerse lo siguiente:
Los
atropellos de un juez
Seguimos
recibiendo noticias de que un juez de Ateca, al realizar sus informaciones en el
distrito de Calatayud sobre la supuesta compra de votos, prescinde de toda
consideración
personal y de toda protesta, por respetuosa que sea, extremando su celo hasta
convertirlo en verdadero abuso.
A
la detención
del respetable propietario D. Vicente Serrano, aue del tal modo ha soliviantado
los espíritus
de aquella comarca, ha de sumarse la de haber sido detenido también
el acaudalado agricultor de Bubierca D. Mariano Serrano, después
de numerosos registros domiciliarios, etc, etcétera.
Todavía
tales extralimitaciones cabría
explicaras por una ofuscación
o exceso de celo; pero acaso esté
la clave de tales atropellos en la noticia que recibimos de que se intenta
recusar a dicho juez por su carácter
maurista.
Tenemos
motivos para estar persuadidos de que el señor
presidente del Consejo se ha preocupado de este asunto con su rectitud habitual;
pero no tenemos los mismos motivos para que haya mostrado la diligencia que
tales atropellos exigen el maurista más
o menos resellado señor
ministro de Gracia y Justicia.
¡Qué
joyita de artículo
para compararlo con la prensa española
de 2012!
Pero
primero aclaremos algo. Según
la Gran Enciclopedia Aragonesa, "El
asesinato en Madrid del jefe de gobierno y dirigente liberal Canalejas, en
noviembre de 1912, supuso a corto plazo el desencadenante de la crisis interna
de los partidos dinásticos
turnantes de la Restauración,
tanto de liberales como de los conservadores. La solución
que la corona adoptó
en la crisis, otorgando la confianza al liberal conde de Romanones,
impulsó
a Maura, en protesta por el procedimiento real, a dimitir tanto de la jefatura
del Partido Conservador como de su
escaño
de diputado, desarrollando al tiempo una política
abstencionista y negando la colaboración
del partido con la Monarquía.
Ello supuso en breve tiempo la división
del Partido Conservador entre un sector que no quiso propiciar el enfrentamiento
con el monarca (sector «idóneo»,
encabezado por Dato) y los mauristas."
Maura
fue en esa época
Presidente del Consejo de Ministros en cinco ocasiones por periodos de corta
duración
–
de hasta pocos meses algunos de ellos –
por lo que es fácil
imaginar lo cambiante de las políticas
emanadas por los diferentes gobiernos que se iban alternando. En ese contexto,
el artículo
que reproduzco muestra esas divisiones políticas.
Ahora
bien, con independencia de ello, el artículo,
que traigo a esta web por citarse a un bubiercano, me sirve para lanzar una
pequeña
reflexión
sobre la corrupción
y el papel de los medios de comunicación.
En
aquella época
cada partido político,
o facción
dentro de cada uno de ellos, tenía
sus propios periódicos.
Si vais con los links que proporciono a los diarios en que aparecen las noticias
que traigo en cada entrega, veréis
que bajo el título
de los diarios solía
ponerse frases como "diario liberal", "diario católico",
"diario monárquico",
etc. Hoy en día
nuestros diarios no ponen tal frase, pero todos sabemos de qué
pie cojean.
A
lo que voy es que en el artículo
se da por hecho que los imputados, o más
bien detenidos, son inocentes de la supuesta compra de votos. Y acusan al juez
de prevaricación.
Me viene de inmediato a la mente la insistencia del actual diario El Mundo con
su fijación
con la trama del 11M y con el juez Garzón,
la del actual "El Pais" con el caso Gürtel
y el velódromo
de Mallorca, la defensa de la monarquía
del ABC, y ya no cito a los más,
digamos, "extremos" (que no extremistas) La Razón
y Público
porque su interpretación
de muchas cosas de la política
nacional ya es de todos bien conocida.
No
entro a hablar de radios y televisiones; todos tenéis
en mente sus similitudes con el panorama de la prensa escrita.
Moraleja,
siempre hubo corruptelas y siempre hubo diarios que las omitían
o denunciaban según
el signo político
del corrupto. Por eso amigos, leed muchos periódicos,
pero no siempre el mismo, y tened vuestra propia opinión;
nunca os creáis
todo lo que os diga vuestro diario preferido.