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Bubierca

Página no oficial de Rodolfo Lacal

Dos graciosas de Ateca
 
Actualizada el 10 de julio de 2012


Ya perdonaréis, pero como Ateca es la cabeza de partido judicial de Bubierca, me he dedicado a buscar noticias de Ateca en las que pudieran aparecer temas que competan a Bubierca. De este modo me encuentro con cosas graciosas que han ocurrido, en las que no participan bubiercanos o que no han ocurrido en nuestro término municipal. Por lo simpático de ello no me resisto a ponerlas aquí­.

La primera se podrí­a titular como la cuadratura del círculo. La publicó el Diario Oficial de Avisos de Madrid el 25 de septiembre de 1878 y decí­a así:

Ha llegado a Madrid y ha visitado algunos centros oficiales en demanda de protección, un aragonés de edad avanzada, vecino de Ateca (Zaragoza), que hace quince años afirma que tiene resuelto el problema de la cuadratura del cí­rculo, según cálculos que aprendió en las obras de una monja que ya ha fallecido, y que se decía iluminada por Dios.

Lo primero que necesitamos es saber qué es la cuadratura del cí­rculo. Como en otras ocasiones, me he ido a la wikipedia y copio a continuación lo que allí dice, con mi advertencia de que lo que dice la wikipedia no está certificado que sea cierto:

"Se denomina cuadratura del cí­rculo al problema matemático, irresoluble de geometría, consistente en hallar 'con sólo regla y compás' un cuadrado que posea un área que sea igual a la de un cí­rculo dado. Solo se puede calcular por el método de repeticiones sucesivas.

La resolución de este problema trató de abordarse repetidas veces, sin éxito, desde la antigüedad clásica hasta el siglo XIX. Hablando en sentido figurado, se dice de algo que es la 'cuadratura del círculo' cuando representa un problema muy difí­cil o imposible de resolver."

O nuestro amigo atecano descubró un sistema para hacer miles de repeticiones sucesivas (iteraciones) sin usar el ordenador –obviamente no inventado aún– o su afirmación era falsa.

Lo más gracioso es que el pobre hombre llevaba quince años "dando la brasa" en su pueblo afirmando que conocía la solución y de repente se va, literalmente, a pedir "protección" a centros oficiales de Madrid. Mucho me temo que el pobre hombre era motivo de guasa en los corrillos de los bares y plazas de Ateca cada vez que sacaba el tema. Ahora bien, dudo que la burla fuese porque los convecinos supieran que el problema no tiene solución, sino porque nadie tendría la más mí­nima idea de qué es eso de la cuadratura del cí­rculo.

Lo que es de traca también es que diga que ha encontrado la solución gracias a las obras de una monja iluminada por Dios. O sea, que en este caso no se puede decir aquello de que la solución al problema "no la encuentra ni Dios".

La segunda noticia rebasa lo gracioso para entrar en el terreno de lo patético y, curiosamente, también tiene que ver con la religión. La encontré en El Motín del 3 de septiembre de 1885:

D. Serafí­n Fuentes, vecino de Ateca, no se descubrió al paso de una procesión por encontrarse acatarrado, sin que persona alguna o agente de la autoridad le conminase a ello, sin duda por hallarse en los porches de la plaza, sitio oculto y bastante lejano del punto en que se hallaba un tablado con el Santí­simo.

Mas se enteró el parroquidermo, lo denunció al juzgado, quien le impuso cinco días de arresto menor y multa de 25 pesetas, de cuya sentencia ha apelado el Sr. Fuentes ante el Supremo.

Tribunal que indudablemente lo absolverá, pues ya hay jurisprudencia sentada en el asunto, para desesperación del denunciante y de los hipócritas y usureros de la villa de Ateca.

Ahí queda eso. No os creáis que episodios como ese no eran comunes incluso en los tiempos del dictador. Seguro que en vuestras familias los más mayores aun cuentan historias de un cura de Bubierca, justo después de la guerra, que tenía el mismo o peor carácter que el de la noticia. Por suerte en nuestros días, si la rama dura de la derecha española lo permite –vaya usted a saber si con la crisis no se hacen fuertes– ya no ocurren esas cosas y los curas, en su mayoría, ya no son así­. Bueno, se me viene la imagen de Rouco Varela y me hace dudar sobre lo que acabo de decir. ¡Uy qué miedo...!

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