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Bubierca

Página no oficial de Rodolfo Lacal

Como en las pelis del Oeste
 
Actualizada el 22 de noviembre de 2012


Este pasado verano (2012), durante mis vacaciones en el pueblo, me quedé con la impresión de que todas las tardes pasaban películas del Oeste en Aragón TV. Ese recuerdo me ha venido inmediatamente a la cabeza cuando he leído las noticias sobre el hecho que hoy refiero. De nuevo es una historia no ocurrida en Bubierca, pero por lo curioso del asunto y por tratarse, al fin y al cabo, de algo acontecido en la comarca de Calatayud, la incluyo aquí.

Vamos al grano. Encuentro en La Iberia del 30 de mayo de 1879 lo siguiente:

A las doce y media de la madrugada de ayer ha sido robado el tren correo de Zaragoza ascendente, en las inmediaciones de Paracuellos.

El mencionado tren fue detenido al salir de la estación de Calatayud, kilómetro 253, en el espacio que media entre el túnel y un puente que allí hay.

Los ladrones, en número de 13 ó 14, habían hecho previamente la señal de peligro que, atendida por el maquinista, como era consiguiente, produjo la detención del expresado tren.

Parado este, se acercaron al maquinista para obligarle a bajar de su sitio; prorrumpieron en gritos desaforados conminando con disparar sus armas contra los viajeros, y, por último, aprovechando esta confusión, algunos de los bandoleros se apoderaron, maltratando a los empleados de las cajas, de caudales de la compañía, y de algunas otras cantidades todas de poca consideración, según hemos oído.

A todo esto, cinco guardias civiles que venían en el tren procuraron, empleando sus armas de fuego, resistir la agresión, produciéndose por tal motivo un vivo tiroteo, que aprovechó el maquinista para salir andando con el tren, como así lo efectuó.

A los viajeros no les ha ocurrido ningún daño ni se les ha sustraído cantidad alguna, pasando sólo el susto consiguiente y por el riesgo de recibir alguna de las balas que se cruzaron entre los guardias y los ladrones.

En el tren venía, según nos ha contado uno de los viajeros, un hermano del señor Ayala y seis ú ocho diputados.

¿A que el asalto parece de película del Oeste? Solo falta que los bandidos huyeran a caballo.

Hay algo en la noticia que no me cuadra. Dice que el tren fue detenido tras un túnel a la salida de Calatayud y que el suceso se produjo cerca de Paracuellos. Entonces el tren-correo no era el ascendente, sino el descendente. Más adelante, de todas formas, va a quedar claro esto en otras noticias.

Sólo quiero añadir en este punto que me satisface encontrar la expresión según la cual a los viajeros no se les sustrajo "cantidad alguna". A mi me enseñaron en la escuela a hacer esa construcción de las frases, pero hoy en día son muchos los que dicen "cantidad ninguna". Reconozco, de todos modos, que no sé quién tiene razón.

Afortunadamente para el esclarecimiento de los hechos, un vecino de Paracuellos escribió una carta a La Correspondencia de España, que rápidamente publicó en su edición del 31 de mayo de 1879:

Acerca del escandaloso robo hecho el 28 por la noche al tren-correo de Zaragoza, recibimos hoy la siguiente carta:

«Paracuellos, 29

Muy señor mío de toda mi consideración: En la suposición de que tendrá usted noticia del robo perpetrado al tren-correo que salió de Zaragoza para esa corte la noche del 28, me permitiré dar a Vd. algunos detalles de lo acontecido, por haberme enterado de todo en el sitio de la ocurrencia de donde acabo de regresar en este momento. Verificada la salida del tren-correo de Zaragoza y al llegar al kilometro 252 que se halla entre Embid y Calatayud, y vista por el maquinista la señal de peligro que le indicaba el farol del guarda de la vía, hizo alto el tren presentándose de seis a ocho hombres armados y exigiéndole con amenazas y maldiciones la entrega de las cajas de los fondos de la compañía de las que se apoderaron, así como de un cajoncito de quincalla o bisutería.

Mientras ocurría lo que dejo expresado, tres o cuatro de aquellos malvados daban voces dirigidas a los viajeros, prohibiéndoles asomarse a las ventanillas, diciéndoles también que nadie se metería con ellos. En el tren iban dos parejas de guardias civiles, las cuales en el momento que se enteraron de lo que sucedía rompieron el fuego contra aquellos criminales lo que aumentó mas el temor de los viajeros por dar la coincidencia, que la pareja que daba el servicio de escolta del tren, ignoraba que fuesen en el mismo y en otro coche los dos guardias que se dirigían a Calatayud a hacer entrega del armamento y a recibir el pasaporte para marcharse a su casa, o sea, a la reserva; así es que la expresada pareja de servicio al oír el fuego que se hacía creían que sería por algunos pasajeros que trataban de hostilizar a los ladrones. El tren permaneció parado de cuatro a cinco minutos y puesto en marcha y al tenerse aviso en Calatayud, salieron en correo descendente el capitán de la guardia civil con la fuerza del puesto, el juzgado y el comisario del gobierno en dirección al sitio del suceso, donde quedó la autoridad policial, emprendiendo las parejas la marcha en diferentes direcciones y poniendo dicho capitán en movimiento las secciones o lineas de Ateca, La Almunia y parte de la de Alagón, los que se hallan en la actualidad trabajando sin cesar para el descubrimiento de los delincuentes.

De las averiguaciones hechas hasta ahora se viene en conocimiento que dos o tres de los ladrones, y sin duda los principales o directores, salieron de Zaragoza en el mismo tren, pues se notó que al pararlo, los que lo esperaban se echaron abajo y se incorporaron con ellos y con ellos se quedaron, lo que quiere decir que el tren salió ya robado de Zaragoza, creyéndose sin duda hacer un gran negocio; pero les salió frustrado, porque el metálico que contenían las cajas escasamente llegaría a 16 ó 18.000 reales.

Se ha aprehendido a uno que debe ser de la cuadrilla, el cual iba indocumentado, con una pistola de arzón, que había montado en Morés en el correo descendente, y fue detenido por la guardia civil en Ricla, por haber circulado el capitán las más apremiantes órdenes para detener a los sospechosos en todas las direcciones del círculo del territorio donde ha tenido lugar tan punible atentado, y aun se susurra que en Zaragoza han sido detenidos uno o dos más de la misma procedencia.

Tendré a Vd. al corriente de lo que haya sobre este asunto, que con razón preocupa a las personas pacíficas y honradas de este territorio, pues aunque de menor importancia, son con este tres los casos ocurridos en el mismo sitio, que es el más a propósito de toda la linea, donde en un dilatado trayecto no hay más que túneles, puentes y desmontes, y a propósito también la hora del paso por ellos de los trenes, que es de doce a una de la noche.— J. de S.

P. D.— Se cree que hubo algún herido en el fuego que hicieron los guardias, por haberse encontrado papeles manchados de sangre.

Conforme voy leyendo la noticia anterior más me parece que la historia podría dar perfectamente para una película o, cuando menos, para escribir una novela. Y más me afianzo en esa idea cuando compruebo que el asunto del robo al tren tuvo muchos flecos en la contienda política del momento. Basta leer lo publicado en La Iberia del 31 de mayo de 1879 para darse cuenta de ello:

Los periódicos ministeriales de anoche niegan que en el tren robado cerca de Calatayud fueran algunas parejas de la Guardia civil como en un principio se dijo.

Esta noticia, a pesar de que parece tener carácter oficial, no es cierta, si hemos de dar crédito a las relaciones que a Madrid se han remitido desde el mismo lugar de tan escandaloso suceso.

He aqui lo que publica La Correspondencia, firmado por un vecino de Paracuellos:

« En el tren iban dos parejas de guardias civiles, las cuales en el momento que se enteraron de lo que sucedía rompieron el fuego contra aquellos criminales lo que aumentó mas el temor de los viajeros por dar la coincidencia, que la pareja que daba el servicio de escolta del tren, ignoraba que fuesen en el mismo y en otro coche los dos guardias que se dirigían a Calatayud a hacer entrega del armamento y a recibir el pasaporte para marcharse a su casa, o sea, a la reserva; así es que la expresada pareja de servicio al oír el fuego que se hacía creían que sería por algunos pasajeros que trataban de hostilizar a los ladrones. »

La noticia de que en el tren iban Guardias civiles no puede estar más revestida de mayores detalles, y como conviene con otras relaciones que publican algunos periódicos ministeriales, es casi imposible dudar de la verosimilitud de estas referencias.

Nuestro apreciable colega Los Debates, por último, inserta el siguiente suelto:

« Hemos oído anoche a persona que nos merece entero crédito —y damos la noticia con todo genero de salvedades, y decimos más, deseando rectificarla— que los cinco guardias civiles que iban en el tren robado en Calatayudestuvieron muy lejos de cumplir con su deber, siguiendo una linea de conducta que, a ser cierta la pública versión, no encontraríamos palabras con que condenar, por amor a la institución, por el interés público y por un sentimiento de justicia.

Los cinco guardias civiles no iban en el tren por casualidad, sino para escoltarle, y no creemos que fuesen con las precauciones propias para el servicio que debían haber prestado.

Atenúan algunos el suceso diciendo que los pasajeros suplicaron a los guardias que no hiciesen fuego; como si el cumplimiento de sagrados deberes estuviese a la merced de ánimos más o menos cobardes.

¿De qué sirve rodear a la guardia civil, tan benemérita y de tan gloriosa tradición entre nosotros, de las garantías y privilegios extraordinarios, como hizo el gobierno anterior, si luego después han de pasar sucesos como este a que nos venimos refiriendo?

El país tiene derecho a pedir al gobierno una amplia información sobre este hecho que, a ser cierto tal y como corre de boca en boca, resultaría un verdadero escándalo. »

Gravísimas son las anteriores líneas, y como nuestro apreciabilisimo colega, deseariamos que esta noticia resultara inexacta, por lo mismo que estimamos en mucho el prestigio de la Guardia civil.

Estos hechos deben ponerse pronto muy en claro, porque, con efecto, sin circunstancias muy especiales, no es concebible que ocho ó nueve ladrones se hayan llevado 2.000 duros de un tren en que iban cinco guardias civiles.

De todos modos, lo que parece evidente, loque constituye la parte más escandalosa del hecho es que, sabiendo los ladrones que el tren iba custodiado por la Guardia civil, se atrevieran a dar tan arriesgado golpe.

Y que lo sabían no cabe duda alguna, puesto que de los ocho salteadores venían tres o cuatro en el mismo tren, según acreditadas referencias.

Bueno, bueno, ya estamos poniendo en duda lo que unos y otros dicen y sembrando incertidumbres sobre lo que ocurrió. Más material para una buena película. ¿Os imagináis que algún guardia civil estuviese conchabado con los asaltantes? Ese sería un buen guión. Pero no parece que así fuera.

El asunto siguió siendo utilizado por algunos periódicos de la oposición para atacar al gobierno y por otros diarios progubernamentales para atacar a la oposición (¡qué coincidencia! ¡Como en pleno 2012!). No tardó en salir el carlismo a relucir, como se lee en La Unión del 31 de mayo de 1879:

Dice un periódico carlista que hoy se siguen robando trenes como en los tiempos revolucionarios.

No recordamos que eso sucediera tan frecuentemente, pero nos sometemos a lo que dice el colega, que en este asunto tal vez tenga noticias más detalladas y datos más positivos que nosotros.

Nosotros solo sabemos que en la época de la revolución fueron robados algunos trenes... por los carlistas.

El indicado periódico recuerda también haber escrito, a manera de reflexión o de comentario sobre los robos de los trenes este pensamiento, digámoslo así: «De fijo en las cuadrillas de ladrones que asaltan los trenes hay algún jefe con alguna cruz grande, mediana o chica.»

«Y en efecto, añade el colega carlista, resultó que uno de los jefes era un caballero cruzado de la Mancha»

¿Y no hubo también algún título? Porque como las condecoraciones y los títulos no arruinan a quien los da, solía ser el medio con que se revelaba la munificencia de D. Carlos.

¡Vaya artículo! Solo parece destinado a atizar el fuego entre el que lo escribe y el redactor carlista al que claramente está dirigido.

Por suerte El Globo del 1 de junio de 1879, muy atinadamente, hacia un resumen de las acusaciones que se lanzaban uno y otro bando sobre el asalto al tren, de esta manera:

ECOS POLITICOS

Diálogo escrito por La Fe y completado por nosotros:

«Entre periódicos ministeriales y de oposición.

Los primeros: «En el tren robado de Calatayud no iban Guardi civiles¿»

Los segundos: «En el tren robado iban cinco guardias civiles.»

Los primeros: «Lo robado asciende solo a 15.000 reales, de los cuales se han recuperado 7.000.»

Los segundos: «Lo robado asciende a 50.000 duros, de los cuales se han encontrado las cajas (vacías) en que iba el dinero.»

Los primeros: «Los ladrones eran cuarenta y pico.»

Los segundos. «Los ladrones eran ocho.»

La Fe: «El robo de Calatayud solo tiene precedentes en los de la Mancha, en tiempo de Ruiz Zorrila, o en los de algunas de las más anárquicas Repúblicas americanas, sean ocho o cuarenta los ladrones, sean 15.000 reales o 50.000 duros los robados, sean dos o sean cinco (o no sea ninguno) los guardias civiles que iban en el tren para impedir el robo.»

El Globo: Otros precedentes podía haber recordado el colega; los facilitados por los partidos carlistas, que no fueron pocos. ¡Qué frágiles de memoria son estos ultramontanos!

Lo de ”anárquicas Repúblicas americanas" ¿iría por los asaltos del Oeste? Si aquellos robos a trenes se trasladaron a películas, ¿por qué no hacer una película de éste? Es para pensarlo. Ahí lo dejo.

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