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Bubierca

Página no oficial de Rodolfo Lacal

Epidemias - Primera Parte
 
Actualizada el 30 de abril de 2013


En el siglo XIX las hambrunas tras sequías o inundaciones no eran lo único que diezmaba la población de nuestros pueblos.

Sin duda, entre los bubiercanos de principios del siglo XIX ya no quedaba memoria histórica de la mayor y más letal de las epidemias conocidas: la peste negra del siglo XIV, que asoló muchos pueblos españoles. Pero les tocó sufrir otras no menos atemorizantes.

La primera de la que tengo información del siglo XIX en Bubierca me hizo recordar una expresión que hoy en día ya no se escucha. Me refiero a "rayado de viruela". Era una manera de describir las huellas dejadas en cara y cuerpo de aquellas personas que habían sufrido la viruela. En nuestros tiempos la viruela está ya oficialmente erradicada en el mundo y tal expresión, afortunadamente, quedará en el olvido. No quedó, sin embargo, en el olvido de muchos bubiercanos que la sufrieron a principios del siglo XIX, según leo en la Colección de Memorias Médicas de Don Manuel Gil y Alveniz, publicadas en Madrid en 1820, sobre un estudio realizado a partir de 1807 y concluido en 1814 de una vacuna de la viruela que se estaba probando:

Pueblos que padecían la viruela natural al tiempo de este comunicado y personas que lo comunicaron.

(...)

Bubierca, Don Juan Antonio Andaluz, Vicario.

De manera indirecta he sabido que en Bubierca hubo una epidemia de coqueluche. ¿Que qué es el coqueluche? Leed la publicidad que apareció en La Correspondencia de España del 27 de marzo de 1870 y lo sabréis:



Por si no se lee con claridad, este es el texto del anuncio:


AVISO A LOS PADRES DE FAMILIA

Curación segura de la coqueluche o tos ferina. El enfermo solo necesita permanecer hasta una hora y por espacio de ocho a doce días, según sea su estado, en el salón de inhalaciones de la gran cascada de las Termas de Matheu en Alhama de Aragón. El doctor D. Antonio Fernandez Carril descubrió este remedio con motivo de la epidemia que en 1866 reinó en el pueblo de Bubierca. De treinta y siete impúberos atacados habían muerto quince, y los veintidós restantes se hallaban en estado muy grave. Se consiguió que cinco madres acompañasen a sus hijos a tomar las inhalaciones y curaron radicalmente a los ocho días. Siguieron en vista de tan feliz resultado los restantes, y los más graves a los doce días regresaban curados a sus casas. Desde aquella fecha, cuantos han tomado este remedio, el que más ha tardado catorce días en curarse.

Mira por donde los niños bubiercanos del año 1866 sirvieron de reclamo para anunciar las bondades de las aguas termales de Alhama de Aragón.

Para finalizar esta primera entrega, citaré una noticia de Ateca aparecida en El Globo del 14 de julio de 1880:

En Ateca se ha desarrollado la viruela negra. La autoridad local ha tomado precauciones para contener los progresos da tan funesta enfermedad.

Al parecer la viruela negra era la variante más letal de la misma.

En la segunda parte de esta entrega hablaré de la epidemia que, a mi entender, creó más pánico en el siglo XIX.

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