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Bubierca

Página no oficial de Rodolfo Lacal

El Cura Carlista
 
Actualizada el 20 de mayo de 2013


En los diarios y revistas de todo el siglo XIX se encuentran a menudo referencias de escaramuzas o hechos menores acontecidos en Bubierca y pueblos cercanos durante las guerras carlistas. A la vista de ello, pensé escribir una nota describiendo la relación de sucesos, sin mucho más contenido.

Sin embargo, de una de esas, aparentemente, noticias sin importancia, he ido tirando del hilo y he encontrado recientemente información adicional que la ha transformado en digna de ser conocida por los bubiercanos.

En el diario El Vapor del 26 de noviembre de 1833 leo lo siguiente:

El coronel comandante de armas de Soria don José Cistué, con fecha 19 del corriente me dice desde esta Ciudad lo siguiente: « He sorprendido y desecho en el pueblo de Esteras la facción que salió de Calatayud, capitaneada por mosen Esteban Martinez, cura de Bubierca, y mosen Geronimo Perales, alias Ramplin, quedando prisioneros en el carrascal de dicho pueblo los veinte y un individuos que comprende la relación que acompaño, los cuales se hallan en las Reales cárceles de esta ciudad.

« El capitán graduado de teniente coronel don Diego Herrera del 6º ligero, persiguió constantemente a la facción obligándola a caer en mis manos.

« La columna del referido capitán descansa en esta el día de mañana para que presencie la ejecución de alguno de los rebeldes prisioneros, y conducirá el resto a Calatayud para que sufran igual pena conforme a los Reales decretos vigentes, y sirvan de escarmiento a los que abunden en iguales ideas de conspiración y desorden.»

Así que el cura de Bubierca era el jefe de una facción carlista. En la relación de nombres que acompaña la noticia no aparece su nombre, por lo que no queda claro si lo capturaron o se escapó. Parece que fue esto último, porque en La Revista Española del 2 de febrero de 1834 se dice que:

Un cura del lugar de Bubierca, del partido de la ciudad de Calatayud, que se había puesto a la cabeza de algunos facciosos, y ocultándose después de dispersos estos, ha sido cogido en una cueva en el lugar de Bubierca, y conducido a dicha ciudad de Calatayud, donde se le ha alcabuceado con el mismo traje de pastor con que se le encontró. El corregidor de Calatayud mandó dar cincuenta palos al alcalde de dicho pueblo, y castigar también a otro cura del mismo, por haber ocultado a dicho cura siendo sabedores de su delito, y se llevó presos a todos los individuos del ayuntamiento a Calatayud, como también, los del lugar de Castejón.

Ojo a la noticia porque tiene miga. Yo no tengo noticia, y sé lo que digo, de que haya cueva alguna en el término municipal de Bubierca. Si por casualidad se tratase de la famosa en Bubierca cueva del oro, está en término de Alhama de Aragón.

Por otro lado, el corregidor de Calatayud parece que tenía ganas de hacer amigos, castigando a diestro y siniestro a todo el que tuviera relación con el cura carlista.

Y por último, vaya eufemismo decir que lo alcabucearon en lugar de decir, lisa y llanamente, que lo fusilaron.

Hasta aquí, como he dicho antes, la noticia que, si bien curiosa, no pasa de un suceso más de las guerras carlistas. Lo que ya no es normal es que rectifiquen en todo al redactor de la noticia, tal como publicó el mismo periódico, La Revista Española, unos días después, en concreto el 23 de febrero de 1834:

CALATAYUD, febrero 12,— Sres. de la Revista Española: Al leer el periódico de Vds., número 152, del 2 del actual, no he podido menos de notar algunas inexactitudes en el articulo relativo al cura del lugar de Buvierca, fusilado en esta ciudad. Deseando restablecer la verdad, no creo inoportuna la siguiente relación de cuanto hace referencia al citado fusilado cura.

Mosen Esteban Martinez, cura de Buvierca, fue preso en esta ciudad en casa de una mujer pública, por haber disparado en compañía de un vagabundo, estudiante de su mismo pueblo, un pistoletazo al hermano de una joven a quien se supone quería cortejar Mosen Esteban. Siguiósele causa por el tribunal competente a quien entregué el reo, que fue encerrado en el convento de Carmelitas descalzos. En los días de mayor efervescencia en esta ciudad se fugó del convento, y en el sorteo que hicieron los sublevados, con quienes se reunió, cúpole la suerte de ser primer jefe de la cuadrilla. Recorrió varios pueblos, y a Mosen Millan Peregrin, cura entonces de Torralba de los Frailes y hoy de Alhama, le quitó su caballo y algún dinero, dándole como a otros vecinos de distintos pueblos, recibos a nombre del Pretendiente, cuya persona decía que representaba. Así llegó hasta el Carrascal de Esteras, donde desecha su cuadrilla por las tropas de S. M. debió su salvación a la velocidad de un caballo que había robado en el lugar de Acevedo a D. Pedro Perez, pues el arriba citado le había cedido a su segundo.

A estos días de turbulencia puso término S. M. con su indulto, y se hubieran seguido otros de completa paz, si el genio de la discordia aguijado por la ambición de robos y venganzas no hubieran puesto de nuevo en movimiento a Mosen Esteban, que como otros revoltosos de este país, habría podido ocultarse para siempre. Urdíase la trama entre Bubierca y Castejón de las Armas, en el primer lugar por Mosen Esteban y en el segundo, de acuerdo con aquel, por Severino Martinez y un D. Fernando, natural de Navarra, que se titulaba teniente coronel, procedentes ambos de la facción de Merino.

Circuláronse las órdenes más terminantes, y se amonestó a las justicias por todos los medios que dicta la prudencia. Unas sin embargo callaban por miedo, otras encubrían los proyectos de los malévolos porque favorecían sus propias ideas, y algunas eran parte integrante de la fuerza con la que intentaban perturbar el orden. Habiendo facilitado el alcalde de Castejón a ruego y persuasión suya diez fusiles, y sabedor de que iban a servir contra S. M., salí repentinamente de esta ciudad, llegué a Buvierca adelantándome a cuantos encontré en el camino; sorprendí la casa de Mosen Esteban, hallé su cama y la camisa que acababa de mudarse en el mismo paraje donde me habían señalado, y me decidí a que el rigor produjera lo que la razón y la justicia no habían podido conseguir.

Se prendió al ya mencionado estudiante, el cual llevó como una docena de garrotazos que no bastaron a arrancarle su secreto. Fue presa la justicia y amenazado el alcalde por mi mismo, pero todos callaban y callaron aun pagando el rancho que les mandé dar a la tropa, que llegó después que yo, y una multa. Estando en esto, sin conseguir que la justicia diese nuevas de Mosen Esteban ni adelantar un paso a pesar de mis amenazas, me avisaron de que se hallaba en la tienda de Castejón unido con Severino Martinez y el Navarro, y que el alcalde les guardaba las espaldas. Me dirigí inmediatamente a Castejón y aunque la noche era muy entrada y había tomado mis precauciones, no pude lograr su captura, pues que escaparon entre los dos ríos disparando un tiro en su fuga y dispersándose.

En la tienda solo se encontró al alcalde, que no tuvo por conveniente darse a conocer, y al tendero cómplice también, cuyas armas se hallaron debajo de un colchón. Con estos datos y otros que resultan en las causas que se sigue fueron presos entonces y lo han sido después otros cómplices; y de resultas de aquel reconocimiento lo fue también Mosen Esteban por la justicia de Ariza en una cueva de su término. De suerte que no fue preso, como se dice en el citado artículo, en Buvierca, ni se dieron 300 palos al alcalde, ni se castigó a ningún otro cura, porque otro de Castejón que fue arrestado, se halla hoy tan solo detenido en esta ciudad, por no haberse confirmado las pruebas que se presentaban.

Fue en efecto fusilado Mosen Esteban en el traje mismo en que se le encontró, pero nada hay que objetar en esto, pues que el mismo se había despojado del que le correspondía, y que su delito fue esforzadamente voluntario porque tuvo que verificar la fuga de su prisión para reunirse a los facciosos, y no contento con el primer descalabro reincidió obligando a su castigo por la defensa y conservación del estado.

Es cuanto he creído necesario hacer saber a Vds., para rectificar los datos de personas mal informadas acerca de las cosas de este distrito, con respecto al cual pueden preguntar en todas ocasiones a quien se complacerá en decirles la verdad para que conserven la buena reputación de que goza su periódico con tanta justicia. B. L. M. D. V.— M. El Conde de Mirasol.

A ver, si lo he entendido bien, al cura de Bubierca le gustaban las mujeres más que comer con los dedos, y por un lío de faldas acabó siendo jefe de una cuadrilla carlista por sorteo. Después de la escaramuza en Esteras de Medinaceli, lo indultaron. Pero volvió a las andadas y acabó preso y fusilado. Esto parece Curro Jimenez.

Ahora bien, la carta del Corregidor tiene una imprecisión que delata que no estaba contando toda la verdad. En la noticia del día 2 se decía que el alcalde de Bubierca había recibido 50 palos, mientras que en su rectificación el Corregidor niega que a dicho alcalde (de Buvierca, como lo escribe él) se le dieran 300 palos. Me parece que el subconsciente le jugó una mala pasada.

Y veis, la cueva no estaba en Bubierca. Pero tampoco en Ariza, donde no hay cuevas. El Corregidor, que acusaba al periódico de contar con información incompleta, parece que tampoco manejaba datos exactos, o bien no sabía distinguir entre pueblos de nombres parecidos en la zona. Lo demuestra el articulo aparecido en la misma Revista Española, curiosamente antes de los anteriores, el 14 de enero de 1834 que decía así:

El capitán general de Aragón con fecha de 7 del corriente da parte de haber sido pasados por las armas en la mañana del 3 en Teruel el capitán retirado D. Antonio Borrás y José Beltrán, voluntario realista de Torreblanca, pertenecientes á la facción de Morella. Que en Alcañiz el dia 4 y en Calatayud el 5 hablan sufrido igual castigo, en la primera el teniente ilimitado D. Raimundo Rius, que pertenecía á la facción de Carnicer; y en la segunda Mosen Esteban Martínez, jefe de la que allí se levantó el 9 de noviembre último, y que fue aprehendido por la justicia de Embid de Ariza.

Ahí si. Embid de Ariza cuenta con cuevas en sus montes calizos, siendo las más famosas la Cueva Negra y la Cueva del Mediodía.

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