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Bubierca

Página no oficial de Rodolfo Lacal

El ferrocarril y las riadas
 
Actualizada el 12 de febrero de 2012

 

 

La capacidad de la raza humana para transformar el entorno natural en el que vive tiene muchas ventajas para su supervivencia y desarrollo. También introduce efectos nocivos que, a corto, medio o largo plazo, pueden afectarla. Un ejemplo muy actual es el calentamiento global.

 

No voy a tratar aquí, en una página sobre un pueblecito en las sierras aragonesas, del cambio climático. Voy a hablar de otra modificación del orden natural a menor escala: las obras públicas —en concreto el ferrocarril— y su modificación de los cursos y cauces de los ríos.

 

Cuando se construyeron, allá por el siglo XIX, la mayoría de las lineas férreas españolas, la tecnología existente obligaba a que su trazado tuviera curvas de un cierto radio mínimo y a que la pendiente fuese lo suficientemente tendida para que aquellas primeras locomotoras pudiesen salvarla sin gran dificultad. Para ello, qué mejor que trazar esas lineas a lo largo de los valles acompañando así la suave pendiente de los cursos fluviales.

 

Así se hizo a la hora de trazar la linea de ferrocarril que une Madrid con Zaragoza desde 1863. Se aprovechó el río Jalón para descender desde las zonas altas de Guadalajara hasta el valle del Ebro en Zaragoza.  

 

Obviamente, no todo el valle es lo suficientemente ancho como para trazar una linea paralela al río. Por ello, entre Alhama de Aragón y Ricla, tramo en el que se atraviesan las dos ramas de la cordillera ibérica, se tuvieron que construir 60 puentes y 27 túneles. Los puentes, con sus pilares y sus soportes laterales, representan un "estrechamiento" del área útil por la que pasa el caudal que lleva el río.

 

Además, en muchos tramos fue necesario realizar trincheras o terraplenes. Estos últimos, si se encuentran cerca del curso de algún río o arroyo, pueden comportarse como un dique durante las crecidas de aquellos, modificando así las zonas que se inundan.

 

Si además esas zonas que antes de la existencia del ferrocarril no se inundaban con frecuencia, y que tras su construcción, se anegaban con cada crecida del río, son zonas de gran valor agrícola o núcleos urbanos, la percepción de la influencia del ferrocarril en las riadas aumenta, a veces exageradamente, entre los pobladores de la zona.

 

Esa visión del ferrocarril como generador de grandes riadas aparece en varias noticias de la prensa del siglo XIX y primer tercio del siglo XX. En algunos casos se describen en largos artículos. Pido al lector que sea paciente en su lectura y lo haga hasta el final, pues tras ellos incluyo un ejemplo de corrección del cauce del rio Jalón en un paraje de Bubierca de todos conocido.

 

Tras las inundaciones del río Jalón de 1895, se publicó en El Imparcial del 13 de octubre de 1895 lo siguiente:

 

EL MEETING DE CALATAYUD

 

Han llegado numerosas comisiones de los pueblos damnificados por las inundaciones ocurridas el mes pasado para asistir al meeting de esta tarde, que se espera sea solemne.

 

La prensa tiene numerosas representaciones.

 

Empieza el meeting presidido por el alcalde, Sr. Larrea. Ocupan el  escenario las comisiones de los pueblos inundados, diputados del distrito e individuos de la junta de defensa.

 

Expuesto el objeto de la reunión, se invita a los representantes a tomar la palabra.

 

Hablan los Sres. Bateca, Tena, Maluenda, Monreal, Ariza, Castejón y otros.

 

Todos pintan con negros números el estado del país y con la ingenuidad propia de la gente del campo.

 

Hablando de los destrozos, dicen que han desaparecido fortunas enteras en presas, cuya destrucción impide que se pueda regar, quedando yermos campos antes fértiles.

 

Temen los horrores de la hambre entre los jornaleros y pequeños propietarios perjudicados en sus escasas fortunas.

 

El diputado provincial Sr. Garchitorena explica las ventajas que ofrecería la asociación agrícola.

 

El Sr. Ballestero dice que entristece ver cómo países refractarios a pedir a los gobiernos, hoy invocan su auxilio, prueba de la enormidad de la desgracia. Pide que se adopten soluciones prácticas que no hagan infructuoso el importante acto de hoy.

 

Concretaré las soluciones que propuso:

 

1ª Solicitar del ministro de Fomento que aplique la mayor cantidad posible del presupuesto de obras públicas a este país.

 

2º Que se construya inmediatamente la carretera aprobada de Ateca a la Franquera.

 

3º Que se reparen las obras de defensa del Río jalón, previos los estudios necesarios del cuerpo de obras públicas.

 

4º Pedir al ministro de Fomento que obligue a la Compañía del Mediodía a dar ensanche y profundidad al cauce del río Jalón en los puntos donde lo desvió, por ser deficientes las actuales obras y causa de grandes perjuicios en las fincas ribereñas.

 

5º El nombramiento de una comisión que visite a los ministros de Ultramar y Fomento, aprovechando su estancia en Zaragoza.

 

El Sr. Pueyo, hablando en nombre de la junta de defensa, dice que si bien la corporación que representa nació con bien distinto objeto, invitada hoy al acto, no debe mostrar indiferencia.

 

Excita al país a que remedie por si mismo sus males del mejor modo, no concretándose solo a solicitar protección de los poderes públicos.

 

Confía en que el Sr. Castellano no desmentirá su naturaleza de aragonés, e invita a que una comisión vaya a llevar a los señores ministros de Ultramar y Fomento los ecos verdaderos de la desgracia de esta región empobrecida.

 

Todas las anteriores proposiciones cree el orador que podrán remediar algo la horrorosa situación de nuestra comarca, añadiendo que en el caso, que no cree llegará, el gobierno obre atendiendo a miras políticas, rasgaría su acta.

 

El Sr. Pueyo anuncia la próxima inauguración de las obras del ferrocarril de Calatayud a Teruel, que supone el empleo de gran número de jornaleros que ven asegurado el pan durante el invierno.

 

Se dio un voto de gracias en favor de los diputados que consiguieron de la Diputación la concesión de fondos disponibles en favor de las clases necesitadas.

 

Unánimemente son aceptadas las proposiciones del diputado Sr. Ballestero.

 

Se adhieren los reunidos a los acuerdos del reciente meeting de Tarazona, encaminados a procurar la asociación agrícola.

 

Se acuerda que la comisión que ha de visitar al ministro se forme de los alcaldes de Calatayud, Ateca, los diputados provinciales del distrito y los representantes designados por los pueblos.

 

El Sr. Larrea cierra la sesión, diciendo que le habló el Sr. Castellano, encareciéndole el sentimiento que le producía el verse imposibilitado de asistir al meeting y asegurándole que procuraría coadyuvar cerca de sus compañeros de gobierno para que se emprendieran pronto las obras de protección.

 

A pesar de la concurrencia, el orden ha sido completo.

 

El alcalde de la localidad me pidió manifieste a El Imparcial su profundo agradecimiento por el valioso concurso que presta a la causa de esta región.

 

La comisión saldrá el 15 para Zaragoza a visitar al ministro. Lleva buenas esperanzas, creyéndose que las súplicas recogidas de labios de las gentes del país conmoverán a los consejeros, inclinándoles el ánimo para obtener la protección de esta comarca.— Alcalde

 

Eso de los señores Bateca, Tena, Maluenda, etc. me suena a error del cronista. Yo diría que hablan los alcaldes de Ateca, Terrer, Maluenda, etc. También me parece que con La Franquera quería decir La Tranquera, con lo que me hace pensar que había una aldea con ese nombre en el lugar donde hoy está el embalse

 

Ya se ve que entre las exigencias de los reunidos está la de que la compañía del ferrocarril ensanche y profundice el cauce del río Jalón en aquellos puntos en los que lo estrechó. Y también el pedido a las autoridades de fondos para obras de protección.

 

Entre otras cosas curiosas de la noticia, me llama la atención el uso de la palabra inglesa "meeting" en 1895 para referirse a una reunión.

 

Parece que el pedido de obras de protección, como era de esperar de los políticos españoles, sean del signo que sean, cayeron en saco roto. Así lo deduzco de lo dicho en La Correspondencia de España del 4 de febrero de 1903:

 

Ayer tarde celebró una detenida conferencia con los señores ministro y director general de obras públicas nuestro querido amigo el Sr. Romeo, director de El Evangelio.

 

El Sr. Romeo expuso el estado de alarma que reina en los pueblos de la provincia de Zaragoza amenazados por el derrumbamiento de los corros que sobre ellos se alzan y el descontento que en la comarca existe por el abandono en que tiene el gobierno los expedientes que se relacionan con las obras de defensa contra el Jalón y con la construcción de las estaciones ferroviarias.

 

Por telégrafo ha ordenado ya el director de obras públicas al ingeniero jefe de la provincia el urgente envío de un detallado informe acerca del estado en que se hayan los cerros, y el ministro ha ofrecido al Sr. Romeo tramitar con gran rapidez el expediente para arbitrar fondos y proceder a la demolición de las masas que amenazan con un próximo derrumbamiento.

 

Autorizándole para hacerlo público, le participó el marqués del Vadillo que en plazo muy próximo irá a Calatayud, Ateca y Alhama el Sr. Burgos con objeto de estudiar sobre el terreno lo que se refiere a las estaciones y a las obras de defensa contra las inundaciones del río Jalón, pues está decidido a que, dentro de un plazo corto, vean satisfechas sus justas demandas los pueblos de la comarca bilbilitana.

 

No hay duda. Desde 1895 hasta 1903 les marearon la perdiz sobre las obras de protección del río Jalón. Y algo me dice que les siguieron toreando por mucho tiempo. No soy adivino. Es tan solo que juego con ventaja porque yo ya he leído la próxima noticia que traigo. Se publicó en El Globo del 2 de mayo de 1910 y advierto, antes de transcribirla, que cuesta un poco leerla, pues el autor era uno de esos redactores que creen que usando palabras y frases complicadas les queda un artículo de mejor calidad, sin darse cuenta de que lo único que se consigue con ello es confundir al lector.

 

 

Justicia distributiva

 

En las provincias de Salamanca, Zamora, León y Orense, dejaron tan honda huella las inundaciones del último invierno, que los diputados y senadores que han tenido sus poderes hasta que ha aparecido en la gaceta el decreto de disolución de Cortes, no han dejado de gestionar en pro de cuanto interésa los pueblos y comarcas en que tantos daños han causado.

 

Mucho realmente se puede hacer si el gobierno no desoye sus justos clamores.

 

El decreto con que el señor Gasset había inaugurado su última campaña por las obras hidráulicas, hizo que el país agricultor sintiera su salida del gobierno más que la de ninguno de los políticos que formaron parte del gabinete constituido a la salida de la última situación conservadora. Dicho decreto, acogido con general aplauso, no comprende sólo lo que las aguas pueden beneficiar, sino también lo que las aguas pueden destruir, y a poco de publicarse vinieron las referidas inundaciones con fuerza devastadora, a poner de relieve su previsión y su acierto.

 

Loable es crear una riqueza, dotar de elementos permanentes de producción a comarcas pobres y casi desiertas, ver cómo fructifican todas las plantas adecuadas al clima respectivo en campos donde sólo se recogía, llegando a su tiempo la lluvia, escasa cosecha de cebada o avena, ver cómo se levantan cómodas casas de piedra o ladrillo donde sólo había míseras viviendas de adobe o pobres cabañas de pastores; pero no es menos loable, conservar y si es necesario restaurar lo que nos legó el genio de nuestros antepasados.

 

La conservación de las obras hidráulicas se impone si no ha de resurgir la miseria donde se ha creado el bienestar.

 

Comprendemos que al ocurrir una calamidad pública lo primero es acudir al socorro de los damnificados; pero luego al tratarse de las obras de defensa debe encargarse la justicia distributiva de repartir con equidad la protección del Estado, acudiendo en primer término a las provincias con más frecuencia castigadas por el desbordamiento de los ríos. En este caso se encuentran las ricas y hermosas vegas aragonesas que baña el Jalón. Vegas donde se cosechan con exuberancia, además de otros productos, las sabrosas frutas que adquieren de día en día mayor demanda en los mercados nacionales y extranjeros; pero que de vez en cuando destruyen las aguas llevándose hasta los árboles que arrancan de cuajo y arrasando por completo los campos.

 

Vense además en tales casos bajar envueltos en la corriente asoladora, bestias y aperos de labranza, toros, asnos, cerdos, cabras y ovejas, confundidos con los muebles de las casas destruidas. ¿Quien no ha leído los cuadros desgarradores trazados por la prensa de las terribles riadas que de tiempo en tiempo lleva al terror y la miseria a los pobres ribereños de Alhama, Bribiesca, Ateca, Terrer y Calatayud?

 

Los canalizadores del Jalón y sus afluentes, los judíos que adelantaron el dinero y los indígenas y moriscos que pusieron su trabajo, legando a aquel país un gran beneficio, no podrían imaginar que andando el tiempo la vandálica destrucción de los montes habrían de hacer no pocas veces estéril su magnífica obra, permitiendo apenas ruge una tempestad que las aguas torrenciales sin hallar a su paso un simple arbusto donde antes había corpulentas encinas y gallardos pinos, bajen rápidamente a las vegas y todo lo barran y aniquilen.

 

El término municipal más perjudicado es el de la pintoresca villa de Ateca, por hallarse en la confluencia de tres ríos: el Jalón, el Piedra y el Manubles, cuyas márgenes son feracisimas y de muy variada producción; lo cual explica la alta estima en que la tuvieron sus antiguos dominadores. Los templarios que siempre se posesionaron, como dice el P. Mariana, de lo mejor, levantaron en Ateca formidable Castillo, frente a la bella atalaya que consideran los arqueólogos como preciada joya del arte mudéjar, y al pie del castillo edificaron amplio convento los capuchinos y grandiosas moradas señoriales los Garcés de Marsilla y los barones de Llumes.

 

La antigua villa, donada en feudo por Alfonso el Batallador a los caballeros del Templo es hoy un pueblo libre que se levanta de dia en día por el trabajo de sus hijos, siendo su estación ferroviaria la segunda en movimiento mercantil de las que se hallan entre Madrid y Zaragoza. Pero son su eterna pesadilla iracundas acometidas del río Jalón, a lo que contribuye, tanto como el descuaje del arbolado forestal, otra calamidad debida a la avaricia humana, cuyo recuerdo causa indignación.

 

La compañía constructora del ferrocarril de Madrid a Zaragoza, sin que nadie le fuera a la mano por reducir gastos, varió el cauce del río Jalón, matando una curva que describía el río antes de pasar por el pueblo y que hacía su curso más pausado. El río, fue lanzado línea recta y con marcado desnivel sobre la villa de Ateca, y desde entonces comenzaron las inundaciones periódicas con su obligado séquito de lágrimas y desastres. La compañía constructora claro está se quedó tan fresca. Pero llegó un día, un día en que representado el distrito de Calatayud-Ateca por el queridísimo primogénito de quién debe gozar de gran valimento cerca de las grandes compañías, por aquello de nobleza obliga, se creyó que las aguas del Jalón volverían por dónde solían ir. Pero ¡oh desengaño!

 

El distrito citado creía, por lo menos, alcanzar la concesión por las Cortes de un crédito para la construcción por el estado de obras de fábrica que preservasen los pueblos y las vegas de aquella zona de los siniestros a que se hallan siempre expuestos; pero ni una sola de las promesas del señor conde de la Mortera se han realizado, siendo su influencia en la situación conservadora de todo punto Innegable.

 

Tal conducta ha soliviantado el republicanismo en aquel distrito hasta un extremo que lamentan los monárquicos sinceros. Para cualquiera que sea el resultado que surja de las urnas, el diputado por dicho distrito, ya que no pueda conjurar las tormentas ni alejar los nublados, debe impetrar de los gobiernos cuanta protección juzgue necesaria para defender de las referidas calamidades las hermosas vegas del río Jalón, y no descuidarse en los momentos en que otras provincias por igual causa presentan análogos memoriales.

 

Ante todo la justicia distributiva

 

Jose Becerra Armesto.

 

¡Uf! El amigo Becerra se debía creer un gran escritor. Hay partes del artículo en las que todavía no entiendo qué idea quiso transmitir. Queda claro, de todos modos, que las obras de defensa del río no se habían hecho.

 

Hay una error en el artículo, que también he encontrado en otras muy variadas noticias. Se confunde Bubierca con Briviesca, pueblo de la provincia de Burgos. En este caso está claro que es un error, pero en otros resulta difícil saber a cual de los dos pueblos corresponde la noticia.

 

Y aquí viene, para finalizar, mi humilde contribución. Quien haya paseado por la zona de la casa de los chorros, en la vega de Bubierca, habrá notado que hay una explanada baldía junto a la vía de ferrocarril. También sabrá que el río tiene un minúsculo salto en esa zona. Todo ello se debe a que durante la construcción del ferrocarril se varió el curso del río mediante el aterro de una curva del mismo y un terraplenado sobre el que discurre la vía. Basta con ver la foto de satélite siguiente y la copia de la misma, en la que he dibujado el trazado actual del río en amarillo y el tramo de curva cortada en rojo.

 

                          

 

 

 

 

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