Bubierca
Página no oficial de Rodolfo Lacal |
No voy a tratar
aquí, en una página sobre un pueblecito en las sierras aragonesas, del cambio
climático. Voy a hablar de otra modificación del orden natural a menor escala:
las obras públicas —en concreto el ferrocarril— y su modificación de los cursos
y cauces de los ríos.
Cuando se
construyeron, allá por el siglo XIX, la mayoría de las lineas férreas españolas,
la tecnología existente obligaba a que su trazado tuviera curvas de un cierto
radio mínimo y a que la pendiente fuese lo suficientemente tendida para que
aquellas primeras locomotoras pudiesen salvarla sin gran dificultad. Para ello,
qué mejor que trazar esas lineas a lo largo de los valles acompañando así la
suave pendiente de los cursos fluviales.
Así se hizo a la
hora de trazar la linea de ferrocarril que une Madrid con Zaragoza desde 1863.
Se aprovechó el río Jalón para descender desde las zonas altas de Guadalajara
hasta el valle del Ebro en Zaragoza.
Obviamente, no
todo el valle es lo suficientemente ancho como para trazar una linea paralela al
río. Por ello, entre Alhama de Aragón y Ricla, tramo en el que se atraviesan las
dos ramas de la cordillera ibérica, se tuvieron que construir 60 puentes y 27
túneles. Los puentes, con sus pilares y sus soportes laterales, representan un
"estrechamiento" del área útil por la que pasa el caudal que lleva el
río.
Además, en muchos
tramos fue necesario realizar trincheras o terraplenes. Estos últimos, si se
encuentran cerca del curso de algún río o arroyo, pueden comportarse como un
dique durante las crecidas de aquellos, modificando así las zonas que se
inundan.
Si además esas
zonas que antes de la existencia del ferrocarril no se inundaban con frecuencia,
y que tras su construcción, se anegaban con cada crecida del río, son zonas de
gran valor agrícola o núcleos urbanos, la percepción de la influencia del
ferrocarril en las riadas aumenta, a veces exageradamente, entre los pobladores
de la zona.
Esa visión del
ferrocarril como generador de grandes riadas aparece en varias noticias de la
prensa del siglo XIX y primer tercio del siglo XX. En algunos casos se describen
en largos artículos. Pido al lector que sea paciente en su lectura y lo haga
hasta el final, pues tras ellos incluyo un ejemplo de corrección del cauce del
rio Jalón en un paraje de Bubierca de todos
conocido.
Tras las inundaciones
del río Jalón de 1895, se publicó en El
Imparcial del 13 de octubre de 1895 lo
siguiente:
EL MEETING DE
CALATAYUD
Han llegado
numerosas comisiones de los pueblos damnificados por las inundaciones ocurridas
el mes pasado para asistir al meeting de esta tarde, que se espera sea
solemne.
La prensa tiene
numerosas representaciones.
Empieza el
meeting presidido por el alcalde, Sr. Larrea. Ocupan el escenario las comisiones de los pueblos
inundados, diputados del distrito e individuos de la junta de
defensa.
Expuesto el
objeto de la reunión, se invita a los representantes a tomar la
palabra.
Hablan los Sres.
Bateca, Tena, Maluenda, Monreal, Ariza, Castejón y
otros.
Todos pintan con
negros números el estado del país y con la ingenuidad propia de la gente del
campo.
Hablando de los
destrozos, dicen que han desaparecido fortunas enteras en presas, cuya
destrucción impide que se pueda regar, quedando yermos campos antes
fértiles.
Temen los
horrores de la hambre entre los jornaleros y pequeños propietarios perjudicados
en sus escasas fortunas.
El diputado
provincial Sr. Garchitorena explica las ventajas que ofrecería la asociación
agrícola.
El Sr.
Ballestero dice que entristece ver cómo países refractarios a pedir a los
gobiernos, hoy invocan su auxilio, prueba de la enormidad de la desgracia. Pide
que se adopten soluciones prácticas que no hagan infructuoso el importante acto
de hoy.
Concretaré las
soluciones que propuso:
1ª Solicitar del
ministro de Fomento que aplique la mayor cantidad posible del presupuesto de
obras públicas a este país.
2º Que se
construya inmediatamente la carretera aprobada de Ateca a la
Franquera.
3º Que se
reparen las obras de defensa del Río jalón, previos los estudios necesarios del
cuerpo de obras públicas.
4º Pedir al
ministro de Fomento que obligue a la Compañía del Mediodía a dar ensanche y
profundidad al cauce del río Jalón en los puntos donde lo desvió, por ser
deficientes las actuales obras y causa de grandes perjuicios en las fincas
ribereñas.
5º El
nombramiento de una comisión que visite a los ministros de Ultramar y Fomento,
aprovechando su estancia en Zaragoza.
El Sr. Pueyo,
hablando en nombre de la junta de defensa, dice que si bien la corporación que
representa nació con bien distinto objeto, invitada hoy al acto, no debe mostrar
indiferencia.
Excita al país a
que remedie por si mismo sus males del mejor modo, no concretándose solo a
solicitar protección de los poderes públicos.
Confía en que el
Sr. Castellano no desmentirá su naturaleza de aragonés, e invita a que una
comisión vaya a llevar a los señores ministros de Ultramar y Fomento los ecos
verdaderos de la desgracia de esta región
empobrecida.
Todas las
anteriores proposiciones cree el orador que podrán remediar algo la horrorosa
situación de nuestra comarca, añadiendo que en el caso, que no cree llegará, el
gobierno obre atendiendo a miras políticas, rasgaría su
acta.
El Sr. Pueyo
anuncia la próxima inauguración de las obras del ferrocarril de Calatayud a
Teruel, que supone el empleo de gran número de jornaleros que ven asegurado el
pan durante el invierno.
Se dio un voto
de gracias en favor de los diputados que consiguieron de la Diputación la
concesión de fondos disponibles en favor de las clases
necesitadas.
Unánimemente son
aceptadas las proposiciones del diputado Sr.
Ballestero.
Se adhieren los
reunidos a los acuerdos del reciente meeting de Tarazona, encaminados a procurar
la asociación agrícola.
Se acuerda que
la comisión que ha de visitar al ministro se forme de los alcaldes de Calatayud,
Ateca, los diputados provinciales del distrito y los representantes designados
por los pueblos.
El Sr. Larrea
cierra la sesión, diciendo que le habló el Sr. Castellano, encareciéndole el
sentimiento que le producía el verse imposibilitado de asistir al meeting y
asegurándole que procuraría coadyuvar cerca de sus compañeros de gobierno para
que se emprendieran pronto las obras de
protección.
A pesar de la
concurrencia, el orden ha sido completo.
El alcalde de la
localidad me pidió manifieste a El Imparcial su profundo agradecimiento por el
valioso concurso que presta a la causa de esta
región.
La comisión
saldrá el 15 para Zaragoza a visitar al ministro. Lleva buenas esperanzas,
creyéndose que las súplicas recogidas de labios de las gentes del país
conmoverán a los consejeros, inclinándoles el ánimo para obtener la protección
de esta comarca.— Alcalde
Eso de los
señores Bateca, Tena, Maluenda, etc. me suena a error del cronista. Yo diría que
hablan los alcaldes de Ateca, Terrer, Maluenda, etc. También me parece que con
La Franquera quería decir La Tranquera, con lo que me hace pensar que había una
aldea con ese nombre en el lugar donde hoy está el
embalse
Ya se ve que
entre las exigencias de los reunidos está la de que la compañía del ferrocarril
ensanche y profundice el cauce del río Jalón en aquellos puntos en los que lo
estrechó. Y también el pedido a las autoridades de fondos para obras de
protección.
Entre otras cosas
curiosas de la noticia, me llama la atención el uso de la palabra inglesa
"meeting" en 1895 para referirse a una reunión.
Parece que el
pedido de obras de protección, como era de esperar de los políticos españoles,
sean del signo que sean, cayeron en saco roto. Así lo deduzco de lo dicho en La
Correspondencia de España del 4 de febrero de
1903:
Ayer tarde
celebró una detenida conferencia con los señores ministro y director general de
obras públicas nuestro querido amigo el Sr. Romeo, director de El
Evangelio.
El Sr. Romeo
expuso el estado de alarma que reina en los pueblos de la provincia de Zaragoza
amenazados por el derrumbamiento de los corros que sobre ellos se alzan y el
descontento que en la comarca existe por el abandono en que tiene el gobierno
los expedientes que se relacionan con las obras de defensa contra el Jalón y con
la construcción de las estaciones ferroviarias.
Por telégrafo ha
ordenado ya el director de obras públicas al ingeniero jefe de la provincia el
urgente envío de un detallado informe acerca del estado en que se hayan los
cerros, y el ministro ha ofrecido al Sr. Romeo tramitar con gran rapidez el
expediente para arbitrar fondos y proceder a la demolición de las masas que
amenazan con un próximo derrumbamiento.
Autorizándole
para hacerlo público, le participó el marqués del Vadillo que en plazo muy
próximo irá a Calatayud, Ateca y Alhama el Sr. Burgos con objeto de estudiar
sobre el terreno lo que se refiere a las estaciones y a las obras de defensa
contra las inundaciones del río Jalón, pues está decidido a que, dentro de un
plazo corto, vean satisfechas sus justas demandas los pueblos de la comarca
bilbilitana.
No hay duda.
Desde 1895 hasta 1903 les marearon la perdiz sobre las obras de protección del
río Jalón. Y algo me dice que les siguieron toreando por mucho tiempo. No soy
adivino. Es tan solo que juego con ventaja porque yo ya he leído la próxima
noticia que traigo. Se publicó en El
Globo del 2 de mayo de 1910 y advierto, antes de transcribirla, que cuesta
un poco leerla, pues el autor era uno de esos redactores que creen que usando
palabras y frases complicadas les queda un artículo de mejor calidad, sin darse
cuenta de que lo único que se consigue con ello es confundir al
lector.
Justicia
distributiva
En las
provincias de Salamanca, Zamora, León y Orense, dejaron tan honda huella las
inundaciones del último invierno, que los diputados y senadores que han tenido
sus poderes hasta que ha aparecido en la gaceta el decreto de disolución de
Cortes, no han dejado de gestionar en pro de cuanto interésa los pueblos y
comarcas en que tantos daños han causado.
Mucho realmente
se puede hacer si el gobierno no desoye sus justos
clamores.
El decreto con
que el señor Gasset había inaugurado su última campaña por las obras
hidráulicas, hizo que el país agricultor sintiera su salida del gobierno más que
la de ninguno de los políticos que formaron parte del gabinete constituido a la
salida de la última situación conservadora. Dicho decreto, acogido con general
aplauso, no comprende sólo lo que las aguas pueden beneficiar, sino también lo
que las aguas pueden destruir, y a poco de publicarse vinieron las referidas
inundaciones con fuerza devastadora, a poner de relieve su previsión y su
acierto.
Loable es crear
una riqueza, dotar de elementos permanentes de producción a comarcas pobres y
casi desiertas, ver cómo fructifican todas las plantas adecuadas al clima
respectivo en campos donde sólo se recogía, llegando a su tiempo la lluvia,
escasa cosecha de cebada o avena, ver cómo se levantan cómodas casas de piedra o
ladrillo donde sólo había míseras viviendas de adobe o pobres cabañas de
pastores; pero no es menos loable, conservar y si es necesario restaurar lo que
nos legó el genio de nuestros antepasados.
La conservación
de las obras hidráulicas se impone si no ha de resurgir la miseria donde se ha
creado el bienestar.
Comprendemos que
al ocurrir una calamidad pública lo primero es acudir al socorro de los
damnificados; pero luego al tratarse de las obras de defensa debe encargarse la
justicia distributiva de repartir con equidad la protección del Estado,
acudiendo en primer término a las provincias con más frecuencia castigadas por
el desbordamiento de los ríos. En este caso se encuentran las ricas y hermosas
vegas aragonesas que baña el Jalón. Vegas donde se cosechan con exuberancia,
además de otros productos, las sabrosas frutas que adquieren de día en día mayor
demanda en los mercados nacionales y extranjeros; pero que de vez en cuando
destruyen las aguas llevándose hasta los árboles que arrancan de cuajo y
arrasando por completo los campos.
Vense además en
tales casos bajar envueltos en la corriente asoladora, bestias y aperos de
labranza, toros, asnos, cerdos, cabras y ovejas, confundidos con los muebles de
las casas destruidas. ¿Quien no ha leído los cuadros desgarradores trazados por
la prensa de las terribles riadas que de tiempo en tiempo lleva al terror y la
miseria a los pobres ribereños de Alhama, Bribiesca, Ateca, Terrer y
Calatayud?
Los
canalizadores del Jalón y sus afluentes, los judíos que adelantaron el dinero y
los indígenas y moriscos que pusieron su trabajo, legando a aquel país un gran
beneficio, no podrían imaginar que andando el tiempo la vandálica destrucción de
los montes habrían de hacer no pocas veces estéril su magnífica obra,
permitiendo apenas ruge una tempestad que las aguas torrenciales sin hallar a su
paso un simple arbusto donde antes había corpulentas encinas y gallardos pinos,
bajen rápidamente a las vegas y todo lo barran y
aniquilen.
El término
municipal más perjudicado es el de la pintoresca villa de Ateca, por hallarse en
la confluencia de tres ríos: el Jalón, el Piedra y el Manubles, cuyas márgenes
son feracisimas y de muy variada producción; lo cual explica la alta estima en
que la tuvieron sus antiguos dominadores. Los templarios que siempre se
posesionaron, como dice el P. Mariana, de lo mejor, levantaron en Ateca
formidable Castillo, frente a la bella atalaya que consideran los arqueólogos
como preciada joya del arte mudéjar, y al pie del castillo edificaron amplio
convento los capuchinos y grandiosas moradas señoriales los Garcés de Marsilla y
los barones de Llumes.
La antigua
villa, donada en feudo por Alfonso el Batallador a los caballeros del Templo es
hoy un pueblo libre que se levanta de dia en día por el trabajo de sus hijos,
siendo su estación ferroviaria la segunda en movimiento mercantil de las que se
hallan entre Madrid y Zaragoza. Pero son su eterna pesadilla iracundas
acometidas del río Jalón, a lo que contribuye, tanto como el descuaje del
arbolado forestal, otra calamidad debida a la avaricia humana, cuyo recuerdo
causa indignación.
La compañía
constructora del ferrocarril de Madrid a Zaragoza, sin que nadie le fuera a la
mano por reducir gastos, varió el cauce del río Jalón, matando una curva que
describía el río antes de pasar por el pueblo y que hacía su curso más pausado.
El río, fue lanzado línea recta y con marcado desnivel sobre la villa de Ateca,
y desde entonces comenzaron las inundaciones periódicas con su obligado séquito
de lágrimas y desastres. La compañía constructora claro está se quedó tan
fresca. Pero llegó un día, un día en que representado el distrito de
Calatayud-Ateca por el queridísimo primogénito de quién debe gozar de gran
valimento cerca de las grandes compañías, por aquello de nobleza obliga, se
creyó que las aguas del Jalón volverían por dónde solían ir. Pero ¡oh
desengaño!
El distrito
citado creía, por lo menos, alcanzar la concesión por las Cortes de un crédito
para la construcción por el estado de obras de fábrica que preservasen los
pueblos y las vegas de aquella zona de los siniestros a que se hallan siempre
expuestos; pero ni una sola de las promesas del señor conde de la Mortera se han
realizado, siendo su influencia en la situación conservadora de todo punto
Innegable.
Tal conducta ha
soliviantado el republicanismo en aquel distrito hasta un extremo que lamentan
los monárquicos sinceros. Para cualquiera que sea el resultado que surja de las
urnas, el diputado por dicho distrito, ya que no pueda conjurar las tormentas ni
alejar los nublados, debe impetrar de los gobiernos cuanta protección juzgue
necesaria para defender de las referidas calamidades las hermosas vegas del río
Jalón, y no descuidarse en los momentos en que otras provincias por igual causa
presentan análogos memoriales.
Ante todo la
justicia distributiva
Jose Becerra
Armesto.
¡Uf! El amigo
Becerra se debía creer un gran escritor. Hay partes del artículo en las que
todavía no entiendo qué idea quiso transmitir. Queda claro, de todos modos, que
las obras de defensa del río no se habían hecho.
Hay una error en
el artículo, que también he encontrado en otras muy variadas noticias. Se
confunde Bubierca con Briviesca, pueblo de la provincia de Burgos. En este caso
está claro que es un error, pero en otros resulta difícil saber a cual de los
dos pueblos corresponde la noticia.
Y aquí viene, para finalizar, mi humilde contribución. Quien haya paseado por la zona de la casa de los chorros, en la vega de Bubierca, habrá notado que hay una explanada baldía junto a la vía de ferrocarril. También sabrá que el río tiene un minúsculo salto en esa zona. Todo ello se debe a que durante la construcción del ferrocarril se varió el curso del río mediante el aterro de una curva del mismo y un terraplenado sobre el que discurre la vía. Basta con ver la foto de satélite siguiente y la copia de la misma, en la que he dibujado el trazado actual del río en amarillo y el tramo de curva cortada en rojo.