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Bubierca

Página no oficial de Rodolfo Lacal

Varias riadas antes de 1880
 
Actualizada el 18 de febrero de 2012

 

Como ya he comentado en entregas anteriores, 1880 fue un año en el que el río Jalón causó muchos estragos en la zona. Antes de hablar de eso, es necesario hablar de las crecidas de años previos que, no por ser menos mencionadas en la prensa, también causaron daños materiales y personales.

 

Deduzco de las noticias que voy a referir a continuación que en esos años los diarios todavía no tenían corresponsales destacados en la comarca. Por ello son en su mayoría muy cortas, de estilo telegráfico, medio por el cual las recibían.

 

También es notorio que pasaban varios días desde la fecha de aparición en el diario y la fecha en que había ocurrido la crecida. Así se comprueba en la primera de ellas, aparecida en La Correspondencia de España del 6 de enero de 1861 y en La España del mismo día, que rezaba así:

 

El 28 del mes último se inundó la vega de Calatayud, sufriendo los labradores pérdidas de consideración. También arrastraron las aguas muchas maderas de las acopiadas para las obras del ferrocarril. El río Jalón creció tanto, que hace años no se había conocido otra crecida igual.

 

Hay que recordar que se estaba construyendo el ferrocarril, entrando en funcionamiento en 1863. Precisamente en su puesta en funcionamiento el río Jalón quiso darle la bienvenida con una crecidita de las suyas, de la que se hicieron eco La Esperanza del 1 de junio de 1863, el Diario de Avisos de Madrid del 2 de junio de 1863 y La España del 3 de junio de 1863:

 

Posteriormente se sabe que la vía de Madrid a Zaragoza, de Zaragoza a Barcelona y de este punto a Valencia se halla ya desde ayer habilitada para el paso de los trenes, expediéndose ya hoy billetes para Barcelona, Zaragoza y Valencia.

 

La Correspondencia de España dice hoy lo siguiente: «Sabemos que el río Jalón ha tenido una nueva crecida, habiendo las aguas ocasionado grandes estragos en las comarcas vecinas. La circulación en la línea férrea de Madrid a Zaragoza ha vuelto a quedar interrumpida entre Calatayud y Zaragoza.»

 

Durante los siguientes años las noticias de crecidas son pocas y muy escuetas. Así, La Correspondencia de España del 18 de junio de 1866 decía:

 

El 13 descargó una nueva tormenta sobre el término de Medinaceli, causando varios destrozos y poniendo en peligro a algunas personas, porque el río Jalón amenazaba destruir y arrastrar vidas y haciendas.

 

Años más tarde, todavía más escuetos fueron La Correspondencia de España del 20 de marzo de 1873 y La Iberia del 22 de marzo de 1873 al publicar lo siguiente:

 

Ayer tuvo una extraordinaria crecida el río Jalón

 

Supongo que tal noticia, por la poca información que aporta, les sirvió solamente para rellenar papel. Ya un poquito más de información se obtiene de las noticias sobre la crecida de tres años después. La Correspondencia de España del 7 de agosto de 1876 y La Iberia del 8 de agosto de 1876 publicaron lo siguiente:

 

Zaragoza, 7. Una fuerte riada ha hecho estragos de consideración en la vega de Ateca. El río Jalón desbordado y se teme su crecida. Las autoridades han adoptado medidas.

 

Telegráfico, ¿verdad?  Días después llego más información y se publicó en La Iberia del 10 de agosto de 1876:

 

Se han realizado desgraciadamente los temores nacidos a consecuencia de la crecida del río Jalón en el día de ayer, cuyas aguas, unidas al caudal, aumentado también por la lluvia del Manubles, han inundado la población de Ateca, en la provincia de Zaragoza.

 

Las casas de la parte baja de dicha villa están llenas de agua, y sus habitantes huyen despavoridos temiendo ser sepultados bajo los escombros de las que amenazan ruinas.

 

Hay que lamentar la desaparición de una madre con dos criaturas, a las cuales quería salvar, y se cree que no serán estas las únicas víctimas de la catástrofe.

 

El corresponsal del periódico del que tomamos estos detalles asegura que toda la cosecha se ha perdido.

 

Comunicaremos a nuestros lectores cuantas nuevas noticias lleguen hasta nosotros de este triste suceso.

 

La confluencia del Manubles con el Jalón va a aparecer en muchas ocasiones en esta serie de notas sobre las riadas del Jalón. El Manubles parece un río medio seco en verano, pero recoge el agua de una enorme extensión desde su nacimiento cerca del Moncayo. Y cuando llueve, su caudal tiene que desembocar en el Jalón por ese estrecho tramo junto a la plaza de Ateca. Y si encima el Jalón viene también crecido, la inundación de Ateca está servida.

 

El anterior articulo ya hablaba de un corresponsal de otro diario. Ya se nota que las noticias vienen con más detalle. Sobre esta misma noticia he encontrado una carta de un atecano, todavía más detallada, en El Siglo Futuro del 11 de agosto de 1876:

 

Dice el Diario de Zaragoza:

 

De una carta de Ateca, fecha 7, que ha recibido un amigo nuestro, copiamos estos párrafos;

 

«Supongo ya sabréis las desgracias que ayer domingo hubo que lamentar en este pueblo por la tronada que en breves momentos descargó tal cantidad de agua y piedra, que ha dejado asolados los campos, aniquiladas las viñas, y consternada toda la población por estas perdidas y sobre todo por las desgracias ocurridas a causa de la inundación, la cual ha sido tan grande, que no se ha conocido otra igual hace muchos años.

 

Nos dio tan poco tiempo, que estando en el camino oímos de repente llorar y dar voces, y cuando bajamos las ocho o diez escaleras que hay en el mismo, ya nos llegaba el agua en la carretera hasta la rodilla, y al llegar al puente colgante no lo pudimos pasar, porque lo cubría el agua. Quisimos subir a las cuestas de la Iglesia y tuvimos que atravesar la calle del Río y la calle Real cubiertos de agua hasta la cintura; un momento más tarde hubiera sido tarde para salvarnos, porque el agua llegaba a los pisos principales. Las avenidas de los ríos Jalón y Manubles fueron grandes; pero mayor la del barranco de las Torcas, que en pocos minutos envolvió con sus aguas los barrios bajos de la población, causando graves perjuicios a los agricultores en sus campos y al comercio en sus tiendas.

 

En la casa de campo de doña Benita Garcés estaban la mujer de “Veinte y una”, sus dos hijos y su madre, ésta en el piso alto pidiendo auxilio, que nadie podía prestarlo, y aquellos en el bajo; y puedes figurarte cual sería la desesperación de aquella pobre mujer al ver arrastrar a la corriente a su desgraciada hija y nietos sin poder salvarlos ni prestarles el más ligero auxilio.

 

En la fábrica de aguardiente de Sola estaba toda la familia y criados por las ventanas más altas y por los tejados implorando socorro, pero llegando el agua hasta el primer piso era imposible acercarse, por lo que todos estábamos esperando que llegase el momento en que se desplomase la casa y hubiera más desgracias que las que ha habido.

 

La pastora llamada la “Merra de Villalengua”, su hijo y el borrico que tenían para traer a vender la leche, también han sido arrastrados por la corriente, de manera que hay que lamentar la muerte de cinco personas. Ha producido honda sensación en todo el vecindario, pues todo el pueblo está asustado de haber presenciado tan inesperados males y perjuicios, pues da lástima ver las huertas y viñas convertidas en arenales llenos de piedras y cascajo del sedimento de la inundación.»

 

Terrible y muy triste. Por suerte para Bubierca, la mayor parte de su caserío está a suficiente altura respecto del río como para no verse afectado por una crecida como esa. Imagino, sin embargo, que al igual que en Ateca, el pedrisco y posterior inundación destrozó viñedos y frutales, y anegó la huerta bubiercana.

 

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