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Bubierca

Página no oficial de Rodolfo Lacal

1880, la primera en primavera
 
Actualizada el 26 de febrero de 2012

 

Llegó el año 1880 y nadie podía imaginar el daño y desgracia que el río Jalón iba a traer en la comarca de Calatayud. Su primer aviso ya fue serio. Las lluvias de la primavera fueron intensas y se prolongaron por varios días, como dijo La Correspondencia de España del 27 de abril de 1880:

 

Anoche se recibió en el ministerio de la Gobernación el siguiente telegrama:

 

Zaragoza, 26. Los alcaldes de Calatayud y Terrer avisan que el río Jalón experimenta una crecida extraordinaria.

 

Se han pedido noticias y se les han ofrecido auxilios. Llueve sin cesar hace tres días.

 

En La Iberia del 27 de abril de 1880 se amplia un poco la noticia anterior:

 

Los alcaldes de Calatayud y Terrer avisan anoche que el río Jalón experimenta una crecida extraordinaria. Llueve sin cesar hace tres días.

 

Anoche se recibió en los centros oficiales el siguiente telegrama:

 

Zaragoza 28, 9,5 n.— El gobernador al ministro de la Gobernación. De Terrer y Calatayud que están desbordados el Giloca y el Jalón, inundadas las vegas y amenazada la parte baja de la última población.

 

No hay noticias de desgracias personales y se adoptan precauciones para evitarlas y aminorar daños.

 

Ambas anteriores noticias no entraban en detalle sobre la magnitud de la avenida y sus efectos. Dos días más tarde ya se tenían más datos, tal como se publicó en La Iberia del 29 de abril de 1880:

 

INUNDACIONES

 

Dicen de Calatayud con fecha 27:

 

«En la noche del domingo, y en casi todo el día del lunes, continuó la lluvia con tanta o más intensidad que en los días anteriores, viniendo a sumir a los labradores en verdadera consternación. El río Jalón ha salido de madre, y gran parte de su fértil vega es hoy un lago bajo cuyas aguas cenagosas han desaparecido pingües cosechas y hermosas esperanzas de resarcir pérdidas anteriores. Las gentes acudieron en masa a contemplar el desbordado río, que no bastó a contener sus aguas y mucho menos las del también desbordado Giloca, contribuyendo todo a que el decaimiento se apoderara de los ánimos al presenciar el cuadro desconsolador que las inundaciones llevan, sembrando la ruina. Las noticias que recibimos tanto de Terrer, Ateca y demás pueblos de la parte alta, como las que nos comunican de Paracuellos, Saviñán, Morés y limítrofes, son igualmente desconsoladoras.

 

Por hoy nos limitamos a publicar las impresiones dominantes en vista de las seguras pérdidas que no son ya una amenaza, sí es un hecho lamentable; y prescindimos de hacernos eco de las quejas amarguísimas, de las censuras y de los comentarios que ayer se oían entre las personas que presenciaban la subida de las aguas junto al cuartel del Fuerte, creyendo de todos modos que las autoridades municipales sabrán sacar partido de tan elocuentes como funestas enseñanzas.

 

Durante el día de ayer, los pobres labradores estuvieron trabajando con incansable afán en sus respectivas fincas, con el objeto de evitar la inundación, siendo estériles sus esfuerzos en las primeras horas de la tarde, pues el ímpetu del agua arrastró cuantas defensas se habían hecho, inundando completamente casi toda la vega de la ciudad.

 

Por la noche se prohibió el paso por el puente de Alcántara a toda clase de personas, como igualmente a los coches y carros que tienen que ir a la estación, por encontrarse el camino completamente inundado. También de las torres y huertos inmediatos desalojaron los inquilinos sus habitaciones a escitación de nuestra autoridad local.»

 

No quiero ni pensar cómo iría el río en Bubierca, donde la vega es mucho más estrecha que en Terrer y Calatayud. Basta tan sólo leer en El Imparcial del 29 de abril de 1880 lo que hizo el río Piedra para imaginar lo que el Jalón pudo hacer en nuestro pueblo:

 

La cosecha de cereales se considera completamente perdida en los pueblos de Terrer, Paracuellos, Ateca, Saviñán y Calatayud.

 

En el Monasterio de Piedra la violencia del río ha arrancado varios puentes y arrastró a un hombre.

 

Varios días después, el río seguía desbordado, tal como informaba La Epoca del 9 de mayo de 1880:

 

ZARAGOZA.—La crecida experimentada por el Jalón es tan grande que, según telegrama de los alcaldes de los pueblos ribereños, los perjuicios son de gran consideración. Si las lluvias continúan aun, son de temer nuevos desastres.

 

El río Jalón ha comenzado a decrecer rápidamente. Son muchas las pérdidas que ha ocasionado en la provincia.

 

Hasta aquí las reseñas sobre la avenida que se produjo en la primavera de 1880. Lamentablemente sólo fue el aperitivo de ese año, como relataré en la próxima entrega de esta serie sobre el río Jalón y Bubierca. 

 

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