Bubierca
Página no oficial de Rodolfo Lacal |
Llegó el año 1880 y nadie
podía imaginar el daño y desgracia que el río Jalón iba a traer en la comarca de
Calatayud. Su primer aviso ya fue serio. Las lluvias de la primavera fueron
intensas y se prolongaron por varios días, como dijo La
Correspondencia de España del 27 de abril de 1880:
Anoche
se recibió en el ministerio de la Gobernación el siguiente
telegrama:
Zaragoza,
26. Los alcaldes de Calatayud y Terrer avisan que el río Jalón experimenta una
crecida extraordinaria.
Se han
pedido noticias y se les han ofrecido auxilios. Llueve sin cesar hace tres
días.
En La
Iberia del 27 de abril de 1880 se amplia un poco la noticia
anterior:
Los
alcaldes de Calatayud y Terrer avisan anoche que el río Jalón experimenta una
crecida extraordinaria. Llueve sin cesar hace tres
días.
Anoche
se recibió en los centros oficiales el siguiente
telegrama:
Zaragoza
28, 9,5 n.— El gobernador al ministro de la Gobernación. De Terrer y Calatayud
que están desbordados el Giloca y el Jalón, inundadas las vegas y amenazada la
parte baja de la última población.
No hay
noticias de desgracias personales y se adoptan precauciones para evitarlas y
aminorar daños.
Ambas anteriores noticias
no entraban en detalle sobre la magnitud de la avenida y sus efectos. Dos días
más tarde ya se tenían más datos, tal como se publicó en La
Iberia del 29 de abril de 1880:
INUNDACIONES
Dicen de
Calatayud con fecha 27:
«En la
noche del domingo, y en casi todo el día del lunes, continuó la lluvia con tanta
o más intensidad que en los días anteriores, viniendo a sumir a los labradores
en verdadera consternación. El río Jalón ha salido de madre, y gran parte de su
fértil vega es hoy un lago bajo cuyas aguas cenagosas han desaparecido pingües
cosechas y hermosas esperanzas de resarcir pérdidas anteriores. Las gentes
acudieron en masa a contemplar el desbordado río, que no bastó a contener sus
aguas y mucho menos las del también desbordado Giloca, contribuyendo todo a que
el decaimiento se apoderara de los ánimos al presenciar el cuadro desconsolador
que las inundaciones llevan, sembrando la ruina. Las noticias que recibimos
tanto de Terrer, Ateca y demás pueblos de la parte alta, como las que nos
comunican de Paracuellos, Saviñán, Morés y limítrofes, son igualmente
desconsoladoras.
Por hoy
nos limitamos a publicar las impresiones dominantes en vista de las seguras
pérdidas que no son ya una amenaza, sí es un hecho lamentable; y prescindimos de
hacernos eco de las quejas amarguísimas, de las censuras y de los comentarios
que ayer se oían entre las personas que presenciaban la subida de las aguas
junto al cuartel del Fuerte, creyendo de todos modos que las autoridades
municipales sabrán sacar partido de tan elocuentes como funestas
enseñanzas.
Durante
el día de ayer, los pobres labradores estuvieron trabajando con incansable afán
en sus respectivas fincas, con el objeto de evitar la inundación, siendo
estériles sus esfuerzos en las primeras horas de la tarde, pues el ímpetu del
agua arrastró cuantas defensas se habían hecho, inundando completamente casi
toda la vega de la ciudad.
Por la
noche se prohibió el paso por el puente de Alcántara a toda clase de personas,
como igualmente a los coches y carros que tienen que ir a la estación, por
encontrarse el camino completamente inundado. También de las torres y huertos
inmediatos desalojaron los inquilinos sus habitaciones a escitación de nuestra
autoridad local.»
No quiero ni pensar cómo
iría el río en Bubierca, donde la vega es mucho más estrecha que en Terrer y
Calatayud. Basta tan sólo leer en El
Imparcial del 29 de abril de 1880 lo que hizo el río Piedra para imaginar lo
que el Jalón pudo hacer en nuestro pueblo:
La
cosecha de cereales se considera completamente perdida en los pueblos de Terrer,
Paracuellos, Ateca, Saviñán y Calatayud.
En el
Monasterio de Piedra la violencia del río ha arrancado varios puentes y arrastró
a un hombre.
Varios días después, el
río seguía desbordado, tal como informaba La
Epoca del 9 de mayo de 1880:
ZARAGOZA.—La
crecida experimentada por el Jalón es tan grande que, según telegrama de los
alcaldes de los pueblos ribereños, los perjuicios son de gran consideración. Si
las lluvias continúan aun, son de temer nuevos
desastres.
El río
Jalón ha comenzado a decrecer rápidamente. Son muchas las pérdidas que ha
ocasionado en la provincia.
Hasta aquí las reseñas
sobre la avenida que se produjo en la primavera de 1880. Lamentablemente sólo
fue el aperitivo de ese año, como relataré en la próxima entrega de esta serie
sobre el río Jalón y Bubierca.