Bubierca
Página no oficial de Rodolfo Lacal |
Cuando aún no se les
había ido el miedo del cuerpo a los ribereños del Jalón a causa de las riadas de
1880, las cosas se volvieron a poner feas en 1888. Además, en el caso de
Bubierca esta vez las inundaciones coincidieron con las fechas en las que se
suele ir de romería a la ermita de Santa Quitéria, fiesta que supongo se pasó
con gran amargura en ese año.
Las primeras noticias de
lo que estaba ocurriendo las trajo La
Iberia del 25 de mayo de 1888:
A
causa del desbordamiento del río Jalón, la línea férrea de Madrid a Zaragoza
quedó anoche cortada en la estación de Alhama.
En
Ateca también el fuerte temporal ha inundado la vega que ha quedado asolada con
cascajo y arena.
Se
han hundido algunas casas y otras amenazan ruina; las calles están cubiertas de
lodo, haciéndose difícil su limpieza.
El
alcalde ha pedido socorros
Si los trenes están
parados en Alhama o en Ateca quiere decir que la vía en el término municipal de
Bubierca está cubierta por el agua, o que parte de ella se la ha llevado el
agua.
Ya al día siguiente la
mayoría de diarios hablaban de las inundaciones. Incluían numerosas noticias
basadas en los telegramas oficiales recibidos y en los datos que proporcionaba
la compañía ferroviaria. Por ejemplo, El
Día del 26 de mayo de 1888 decía todo esto:
El
tren que llegó anoche a la estación de Guadalajara recibió orden de volver a
Madrid con viajeros de aquella ciudad y de otras poblaciones que esperaban el
tren de Zaragoza, que por efecto del temporal no pudo llegar. Los trenes se
hallaban detenidos en Ariza, Ateca y Calatayud, y el río Jalón seguía
desbordado, causando grandes destrozos.
*****
—De
Zaragoza telegrafiaron anoche a las diez y cincuenta minutos que en Alhama la
tormenta hizo subir cinco metros sobre su nivel ordinario las aguas del río
Jalón, a cuya altura permanecieron por espacio de ocho
horas.
La
crecida ha producido daños incalculables.
La
Guardia civil ha auxiliado al vecindario.
El
tren no llega más que hasta Morata, y no llegará a Ateca lo menos hasta el
próximo domingo.
—De
Guadalajara dicen que la línea está cortada por seis puntos entre las estaciones
de Ariza y Bubierca, a consecuencia del desbordamiento del
Jalón.
—Se
han recibido los siguientes telegramas de Zaragoza:
«Una
gran tormenta ha ocasionado el desbordamiento del río Jalón, inundando la vega
de Cetina, Bubierca y demás términos municipales que la constituyen, incluso el
pueblo de Alhama, cuyo jefe de la Guardia civil dice no hay desgracias
personales.
De
Arcos salió tren socorro a las siete y cincuenta.
Se
telegrafía a todos los alcaldes y fuerza de la Guardia civil, encargándoles
precauciones y auxilios desde donde sean necesarios para evitar desgracias
personales, ya que los daños son de consideración.
Saldrá
el gobernador si es necesario.
A
fin de dar salida a las aguas que han obstruido la carretera del Estado con
motivo de la inundación y para la reparación de los desperfectos, se ha
dispuesto que salgan en el primer tren para Ricla y Ateca el ingeniero D.
Vicente Casca y el ayudante Sr. Lopez Altaoja.»
*****
—Nos
escriben ayer de Ariza:
«El
tren núm. 42 descendente, que salió de Madrid ayer a las siete de la mañana, ha
retrocedido del kilometro núm. 211 a esta estación por estar la vía cortada por
las aguas en los kilómetros 211, 212 y 213, llegando aquí a las 6,59, y se halla
detenido, a las doce de hoy que escribo la presente. El tren número 46
descendente se halla igualmente detenido desde las dos de la mañana, habiéndose
unido ambos en ésta en espera de que esté la vía libre para marchar; y según
noticias, tendrán que hacer aún transbordo en el kilómetro 223, donde es mayor
la avería en la vía. Desde las primeras horas de la mañana ha acudido el pueblo
de Ariza con comestibles para los viajeros, siendo digno de aplauso que el señor
alcalde D. José María Palacios y D. Manuel Caheriza hayan acudido para evitar
que los vendedores de todas las clases, exigiesen precios más altos que los que
rigen en el pueblo.
Los
empleados de la estación, incluso el jefe, han atendido a los viajeros en cuanto
han necesitado.–F. R.»
¿Y dónde quedaba,
casualmente, en aquellos años el kilómetro 223 de la línea? Pues si, donde todos
los bubiercanos estamos pensando: en el término de Bubierca, en concreto entre
Valdelloso y el túnel del Portillejo. Sobre ese tramo hablaré también algún otro
día pues se trata de otra corrección del cauce del río, no tan evidente como la
de los chorros, hecha durante la construcción del
ferrocarril.
Quiero reseñar de la
noticia anterior la gran nobleza de la gente de nuestra tierra, encarnada por el
alcalde de Ariza preocupándose de que los vendedores ambulantes no hicieran su
agosto a costa de los pobres viajeros de los trenes parados por largas horas en
la estación. No es algo común en otras tierras del mundo y sé bien lo que digo
porque he conocido muchos otros lugares de nuestro
planeta.
Resulta llamativo también
que las noticias anteriores centran su atención sobre los retrasos del
ferrocarril y los daños de la vía, hablando sólo de soslayo de los daños
causados a la huerta y poblaciones. Lo achaco a que no tuvieron forma de obtener
noticias por otro cauce que no fuera el ferroviario. Y así lo creo al leer
algunos diarios que citan noticias publicadas en los periódicos aragoneses,
proporcionando más detalles, como los publicados por La
Iberia del 26 de mayo de 1888:
En
los periódicos de Zaragoza llegados hoy a Madrid, hallamos los siguientes
detalles acerca del desbordamiento del río Jalón.
La
comarca más rica y fértil de Aragón se halla convertida en un
mar.
Las
vegas de Cetina, Ateca, Calatayud, Bubierca y demás términos hasta Alhama, están
inundadas. Las aguas han arrastrado los sembrados y gran parte del arbolado,
destruyendo del todo las cosechas.
En
Ateca el agua ha inundado toda la villa, subiendo más de un metro en la parte
alta del pueblo. El barrio de San Martín, que tiene más de 1.000 habitantes, ha
quedado incomunicado con los demás a consecuencia del hundimiento del puente de
Santa Lucía, que ha sido arrastrado por la impetuosa corriente del
río.
En
Bubierca las pérdidas son inmensas, pues la mayor parte de los árboles han sido
arrancados de cuajo y completamente anegado todo el
término.
En
Cetina la vega ha sido arrasada, los sembrados han desaparecido, y árboles y
vides en gran número flotan en la corriente.
De
la Cañada no son menos desconsoladoras las noticias que se reciben. El río
Ribota se ha desbordado, inundando la vega y temiéndose que deje memorables
recuerdos en Campiel.
Sin
embargo, posteriormente se ha iniciado un descenso considerable, que ayer a
última hora continuaba todavía.
En
Calatayud, los destrozos causados son de mucha importancia, tanto en la huerta
como en los edificios. En el vecindario reina el mayor pánico, a pesar de que
las aguas han comenzado a descender bastante.
Lo
mismo aquí que en los demás puntos se han adoptado todo género de medidas para
evitar desgracias personales, y hasta ahora, afortunadamente, no se sabe que
haya ocurrido ninguna.
El
gobernador civil de la provincia, Sr. Montes, ha telegrafiado a los alcaldes de
los pueblos víctimas de la inundación, para que levanten el ánimo de los
habitantes, acudiendo al auxilio de los mismos con todos los recursos que
proporcionen los presupuestos locales, y encargando que se formen presupuestos
extraordinarios en el caso de que aquellos fueran
insuficientes.
En
los primeros momentos pensó salir para los pueblos inundados, pero después ha
desistido por creer que su presencia será más útil en la capital para seguir el
curso de los sucesos y servir de intermediario entre los pueblos inundados y el
Gobierno.
Ayer
se reunió en Zaragoza, bajo su presidencia, la comisión provincial, acordando
acudir en auxilio de los pueblos inundados con las cantidades posibles del fondo
de calamidades.
También
se resolvió que una comisión de diputados saliera para los pueblos ribereños del
Jalón, con objeto de examinar el estado en que han quedado, y proponer las
medidas conducentes, así como los socorros con que hayan de remediarse, hasta
donde sea posible, los estragos ocasionados por la
avenida.
Largo, pero jugoso texto.
En primer lugar, los árboles arrancados de cuajo, que nadie se engañe, no son
sólo los de la orilla del cauce del río, varios metros bajo la vega. Los árboles
arrancados son también frutales de la vega.
Merece comentario la
actitud del gobernador. Resulta que pide a los alcaldes que levanten el ánimo de
los habitantes. ¡Que gran consejo! Seguro que se quedó calvo detrás de las
orejas. Después va y les pide que atiendan a las necesidades de los afectados
¡con los presupuestos locales! Bien es cierto, sin embargo, que más tarde les
pide que elaboren presupuestos extraordinarios, por lo que era de esperar que
liberase recursos adicionales del tal fondo de calamidades. Y ya por último coge
y decide que no va a visitar las zonas afectadas, que considera mejor quedarse
en Zaragoza porque así será de mayor utilidad. No puedo remediar hacer
referencia a un personaje de nuestros días de actitud parecida. Es un dueño de
un club de fútbol de Zaragoza que no va a ver los partidos que el equipo juega
en casa porque dice que así es más útil. Cualquier lector entenderá a quien me
refiero.
Pero volvamos a los
presupuestos extraordinarios y al fondo de calamidades. Resulta que en El
Día del 27 de mayo de 1888 se dice lo siguiente:
Los
senadores y diputados aragoneses visitaron ayer al señor ministro de la
Gobernación con objeto de solicitar recursos para atender a las desgracias
ocasionadas por la crecida del río Jalón.
Para
concederlos, el Sr. Albareda pedirá una transferencia de crédito, por haberse
agotado el de calamidades públicas.
Uy, uy, uy, el gobernador
ya me tiene escamado. O sea que pide el día anterior a los alcaldes que valoren
daños para cubrirlos con el fondo de calamidades, y es obvio que ya sabía que
ese fondo estaba agotado, como dice la noticia anterior, del día
siguiente.
En otra página del mismo
diario aparece otra triste noticia relacionada con las
inundaciones:
Al
verificar anteayer un transbordo cerca de Ariza con motivo de la crecida del
Jalón, falleció el viajero D. José María Sagasta, a causa de una enfermedad que
padecía. Su familia y la Guardia civil le condujeron a
Bubierca.