Bubierca
Página no oficial de Rodolfo Lacal |
Me voy un poquito lejos de Bubierca en esta entrega, lo sé. Sin embargo creo que en estos tiempos en los que estamos saturados de información de todo el mundo se pierde, paradójicamente, la memoria de hechos y catástrofes cercanas que ocurrieron en otras épocas. Eso es precisamente lo que pretendo: recordar la mayor catástrofe ferroviaria ocurrida cerca de Bubierca y producida —por eso forma parte de esta sección— por las inundaciones del río Jiloca, el más importante afluente de nuestro Jalón.
Quiero recordar que todos los hechos que voy a traer aquí se produjeron en los mismos días en que, tal como conté en la anterior entrega de esta serie, el bubiercano Felipe García Serrano inauguraba la luz en su balneario de Paracuellos de Jiloca y regresaba a Bubierca junto a un grupo de periodistas, salvando los estragos producidos por el agua en su trayecto.
Debido a lo difícil que resultó llegar al lugar del suceso, El Imparcial del 25 de junio de 1904 publicó juntas todas las crónicas que su enviado especial remitió en días anteriores por diferentes medios y desde diferentes puntos. Eso hizo que se ocupasen cuatro columnas de esa edición, equivalente a toda una página. Para hacer más sencilla y amena la lectura, voy a dividir esta noticia en varias entregas, por orden cronológico. Comienzo por la recibida desde Calatayud.
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UN TREN EN EL RIO
LA CATASTROFE DE ENTRAMBASAGUAS
(DE NUESTRO CORRESPONSAL)
DESDE CALATAYUD
Notas postales
Calatayud 23 (11,30 noche)
He llegado a Calatayud a las ocho y media de la noche. En el mismo tren venía el coronel de ingenieros Sr. Ripollés, del cuarto militar del rey, acompañado del portero mayor de dicho departamento de Palacio, David García.
El coronel trae la representación del rey y ordenes de repartir cuantos socorros crea necesarios a las víctimas y damnificados por las aguas desbordadas.
También venía el inspector de Correos, Señor Jalón, a hacerse cargo de la correspondencia que llevaba el tren de la catástrofe.
Desde Calatayud no hay manera de comunicar con el sitio de la catástrofe ni con estación telegráfica próxima, pues las aguas arrastraron los palos del telégrafo. Sólo hay comunicación desde Calatayud con Daroca, pero como desde aquí no puede llegarse en muchas horas al lugar del suceso, por impedirlo las aguas, que han invadido los campos y caminos, resulta que nada se sabe respecto a la verdadera importancia del siniestro.
Acaba de llegar un tren que salió de Calatayud a la una de la tarde y ha regresado sin poder llegar más que a Murero, estación inmediata a la de Daroca.
No venían más que los empleados del tren y nada sabían sino que las aguas del Giloca se habían desbordado ayer nuevamente y se ignoraba lo que pudiera haber al otro lado del río.
El aspirante de Correos D. Antonio del Pueyo, que iba encargado de la expedición del tren incendiado, ha muerto abrasado. Iba el coche-correo detrás del tender.
Este empleado era de la última oposición y obtuvo el núm. 19.
Su padre, al saber ayer tarde la catástrofe y no tener noticias de su hijo, salió en el tren de la una de la tarde y al llegar a Murero montó a caballo y se dispuso a recorrer los 14 kilómetros que lo separaban del pueblo de Entrambasaguas para saber qué era de su hijo. Le habían dicho en Murero que el empleado de Correos estaba ligeramente herido, pero el pobre hombre no hizo caso de nadie. Presentía la desgracia.
No he podido comunicar por telégrafo desde Calatayud, porque a pesar de las circunstancias la estafeta se cerró a las diez de la noche.
El telégrafo de la estación tampoco hacía más servicio que el oficial y ante tantas dificultades me decido a enviar por el correo estas notas que aun conteniendo pocas noticias, por lo menos sirven para dar a conocer la situación de las cosas.
Los empleados de Correos de la estafeta de Calatayud están en la estación organizando el servicio para que la correspondencia no sufra retraso.
El inspector de Correos Sr. Jalón dispondrá hoy cuando lleguemos al sitio donde podamos próximo al de la catástrofe, cómo ha de hacerse el servicio que ahora está interrumpido por el aislamiento.
En toda esta comarca descargó el miércoles por la tarde una manga de agua produciendo efectos todavía desconocidos, pero a juzgar por lo que ocurrió en Calatayud, donde el río Jalón creció unos cuatro metros sobre su nivel ordinario y en el paseo de la estación a la ciudad había más de un metro de agua, en los campos ha debido ser de terribles consecuencias.
A las tres y media de la madrugada saldremos de Calatayud para Murero y desde allí, si continua la inundación, veré el medio de llegar al puente de Entrambasaguas.
Hasta aquí transcribo hoy. De momento todo es confuso. ¿Cuál fue la tragedia? ¿Un tren incendiado o un puente llevado por las aguas? ¿Y cómo sabe el reportero que el empleado de correos murió abrasado, si no se sabe prácticamente nada del suceso?
Entrambasaguas era una aldea, hoy despoblada, próxima a Daroca.
En la próxima entrega nos sacarán de dudas, o eso espero. Sólo aclarar que un tender es el nombre (en inglés) que se le da al vagón que, acoplado a la locomotora, cargaba el carbón que la alimentaba.
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