Bubierca
Página no oficial de Rodolfo Lacal |
Buena parte de la película de Berlanga titulada "Los Jueves Milagro" se filmó en Bubierca. La trama consiste en que las autoridades del pueblo se inventan la aparición de San Dimas, cada jueves. Ese santo no se aparece en otro lugar que en la entrada al túnel bajo Bubierca, del lado de la estación.
Por supuesto ese milagro de la película era falso. Lo que no es falso es el cuasi-milagro (si no me atrevo a definirlo como milagro es porque compete a la Iglesia definirlo como tal) que ocurrió en Bubierca en 1616.
Por aquellos tiempos, la fama de la venerable Bernardina, de las Religiosas de Santo Domingo de la Ciudad de Valencia, hizo que la Orden dispusiera que se trasladasen de la casa que tenían en Ariza a un nuevo convento en Calatayud. De ese modo se ensalzarían aún más las virtudes de la tal Bernardina. Y fue en el traslado donde ocurrió el suceso milagroso.
En el "Compendio Histórico del Real Convento de Santa Maria Madalena, de Religiosas del Gran Patriarca Santo Domingo de la Ciudad de Valencia" publicado en 1725, leo lo siguiente:
"En el día nueve de Noviembre de 1616, dexaron la habitación de la casa que tenían las Religiosas en la Villa de Ariza, para passar a la Ciudad de Calatayud, donde en el coraçon de cada uno de sus Ciudadanos tenían festivo hospedaje, que preparó la fama de sus insignes virtudes. Acompañalas el fundador, y Don Joseph Rebolledo, sobrino suyo, hijo de Doña Florencia Urrea, que tomó el hábito el día mismo que se dio la possession del convento en Ariza; y como Vicario del nuevo Monasterio el M. R. Padre Maestro Fr. Pedro Sanz de Armora.
A medio camino, entre los lugares de Bubierca y Ateca, en una cordillera que forma el monte, y escasea el passo a los viandantes, con un quebrado camino, que es atalaya al río Xalón, que con profundo cauce lame la falda al monte, y es como despeñadero la distancia; lleno de rabia el demonio trastornó el coche, donde venían el fundador, la venerable Bernardina, Sor Florencia de Urrea, y Sor Cecilia Ximeno Ladrón. Creieron al bayben, que dio, el riesgo que no esperavan; pero cuando se vieron trastornados, imaginaronse rodar la cuesta del monte, y destrozados, ser entre las ondas del río sumergidos. Clamaron a la divina Magestad, que como no olvida a los suyos, y tiene assegurado su poder, que cayendo el justo no sentirá quebranto alguno, porque Dios aplica su mano; y tiene mandado a los Angeles sirvan de custodia, para que no le ofendan los peñascos.
Sin saber cómo, se detuvo el coche, pero trastornado, con un singular prodigio. Bulcóse todo a la parte donde iva Bernardina, y sobre ella cargó, no solo su balumen, sino el pesso de él, y de muchas alajas que traia. Pero como Dios la reservava para Atlante, sobre cuyos hombros descansasse la carroza de la gloria de Dios, cifrada en la mas exacta y regular observancia; no sintió el pesso de la que arrastraban los brutos por la tierra; y assi saliendo despues de rato de entre las ruedas y trastos que la oprimian, se admiró tan risueña, y serena, como si no huviesse en ella labrado el susto sentimiento alguno. Rindieron a Dios las gracias, por tal beneficio, dexando confundida del demonio la malicia, y con nuevos esmeros la paciencia de nuestra venerable Bernardina"
Recomiendo leer el anterior fragmento varias veces, con detenimiento, para entenderlo bien. He preferido transcribirlo tal cual está en el libro para no perder su estilo de redacción.
Entre las palabras del texto me llamó la atención "balumen", que en un principio creí que se trataba de la forma de escribir volumen antiguamente, pero no es así. Buscando en internet he encontrado la siguiente definición: cosa que abulta mucho y es más embarazosa por su volumen que por su peso.
¿Se puede considerar el suceso como un milagro? Cada cual que lo interprete como le parezca. Ahora bien, ¿y si en la frustrada caída del carruaje al río alguna de las alhajas acabó efectivamente en el fondo del río? Igual aún está esperando que alguien la encuentre...