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Bubierca

Página no oficial de Rodolfo Lacal

El caso del Coqueluche
 
Actualizada el 12 de junio de 2013


No hace mucho tiempo escribí sobre las epidemias que azotaron Bubierca y pueblos vecinos durante el siglo XIX. En una de mis entregas, en concreto en Epidemias - Primera Parte, hablé de la epidemia de coqueluche de la que supe indirectamente a través de un anuncio de los baños de Alhama aparecido en varios diarios del año 1870. Recomiendo releerlo antes de continuar leyendo esta historia, pues ayudará a entender lo que voy a contar.

Con aquella entrega, entre simpática y curiosa, creí que podía dar por concluido su interés. Sin embargo, buscando otras cosas, me he encontrado con el origen de las afirmaciones que se hacían en ese anuncio y, a través de ello, he llegado a obtener, por un lado, los nombres de varios de los niños bubiercanos curados y, por otro lado, una curiosa historia.

Pero vayamos por partes y remontémonos al inicio de los hechos. En el tomo VI de la revista científica y profesional de medicina llamada "El Pabellón Médico" se publicó un extenso articulo firmado por el doctor Antonio Fernandez Carril con fecha 31 de octubre de 1866. Lo tituló "Acción terapéutica de la gran cascada termo-mineral, en las termas de Alhama de Aragón". No voy a transcribir el artículo por lo extenso y a veces farragoso que es en sus descripciones. Lo mismo haré con el resto de los artículos que referiré. Si a alguien le interesa leerlos, basta con buscarlos en googlebooks con los datos que voy dando; allí están disponibles gratuitamente.

En el artículo se describía el caso de un niño de Alhama de Aragón afectado de coqueluche (tos ferina) al que, después de haber recibido múltiples tratamientos, se le sometió a inhalaciones en la sala de la cascada de agua termal del balneario propiedad del Sr. Matheu. A la vista de su rápida recuperación, el Dr. Fernandez Carril quiso verificar la capacidad curativa de esas inhalaciones de vapores provenientes de la cascada. Para ello, procuró más niños sufriendo de coqueluche y encontró que esa enfermedad se había cebado entre los infantes de Bubierca. Con ayuda económica del Sr. Matheu, que cubrió los gastos de la estancia de los niños y sus madres en su balneario, siete bubiercanos de corta edad fueron tratados y curados (según el artículo). Por suerte en el texto se dan sus nombres. Son los siguientes:

- Josefa Andrés, de 5 años de edad.
- María Andrés, de 2 años.
- Manuela Andrés, de 9 meses.
- Florencia Hernandez, de 9 meses.
- Juliana Las Heras, de 4 años y medio.
- Cipriana Las Heras, de 19 meses.
- Francisca Cabronero, de 9 meses.

Hasta aquí todo normal. Pero hete aquí que en otra revista similar llamada "El Siglo Médico" se puede leer en su edición del 9 de diciembre de 1866 un artículo firmado por el médico Director de los baños minerales de Alhama, Dr. Tomás Parraverde. El artículo es una réplica al anterior. De forma resumida dice los siguiente:

- Comienza por sorprenderse por el contenido del artículo del Dr. Fernandez Carril, "por las notables faltas" en las que incurre "al redactar sus observaciones sobre la coqieluche".

- Continúa diciendo que el Dr. Fernandez Carril es su "delegado" en esa dirección fuera de temporada y que no debería de ningún modo "publicar escritos referentes a la dirección médica que se le confía, sin el consentimiento, acuerdo y aprobación explícita de su jefe, único responsable para el Gobierno". Entiendo por ello que el Dr. Parraverde solo estaba en Alhama en temporada de las termas y que en el resto del año le suplía el Dr. Fernandez Carril. Parece que a Parraverde le sentó fatal la actitud de su subordinado.

- No contento con acusarle de saltarse la autoridad de su superior, o sea, su autoridad, pasa a criticar la parte técnica del articulo del Dr, Fernandez Carril, no sin antes calificarlo de su querido (pero errado) amigo.

- Le acusa de no haber consultado, antes de publicar, a quien tiene 28 años de experiencia sobre la bondad de esas aguas, es decir, de no haberle consultado a él.

- Afirma que él y otros muchos sabían ya que las inhalaciones de esas aguas termales curaban afecciones respiratorias y, para ridiculizarlo, esgrime dos argumentos. El primero, dejando leer entre líneas que quizás el Dr. Fernandez Carril no sabía que la coqueluche era lo mismo que la tos ferina. Incluso hace referencia a que el nombre coqueluche viene del francés, en que coq es gallo, por el sonido como de canto de gallo que tiene la tos que produce. El segundo, que la cascada de agua termal es de reciente instalación y que por eso nunca nadie había visto curarse de tos ferina a nadie en esa sala, pero si en otras salas, tal como él, en calidad de médico director, había reflejado ya en múltiples monografías y artículos en los últimos 21 años.

Vaya pique, ¿verdad?

¿Y qué ocurrió después? Pues que para mi sorpresa, unos días después, en "El Siglo Médico" del 15 de diciembre se publicó otro artículo adicional del Dr. Fernandez Carril hablando de varios casos más con otros niños bubiercanos. De ellos cita a:

- José Hernandez
- Agustín Hernandez
- Simón Hernandez
- Higinia Soriano
- Isabel Soriano.

Y, como dije, en el anuncio de los baños de 1870 se hacía referencia a las observaciones del "traidor" (según el Dr. Parraverde) Dr. Fernandez Carril.

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